(“Una notable diferencia” es un artículo escrito por Ernesto Bettschen).
En aras de tener un poco más de conciencia del entorno, ayer decidí darme un paseo por la red y tomar el pulso a nuestra filosofía de inversión. Disculpadme por decir “nuestra”, generalizando en ese término todas las iniciativas que he encontrado, que no son pocas y no son homogéneas, pero que comparten una base de diversificación (tanto de activos como temporal), de esfuerzo inversor prolongado en el tiempo, de contención del gasto y de continuar… resistiendo contra viento y marea… Últimamente se nos conoce como buscadores de “Independencia financiera”.
La verdad es que una búsqueda bien dirigida podría llevarnos a la conclusión de que somos legión… pero la verdad es que no. Que al final los que llevamos el paso cambiado somos una pequeña minoría.
Pero la realidad es que no somos conscientes de que utilizamos una terminología, que si bien para nosotros es común, resulta ajena a aquellos que no se hayan preocupado de agarrar el toro por los cuernos, preocuparse de informarse, llegar a tener un plan… y ejecutarlo.
Al final, creo que los que estamos empeñados en cambiar el paso no somos tantos…
No somos tantos, pero tenemos una ventaja que nos hace poderosos en nuestro empeño. Una notable diferencia con respecto a la gestión financiera… llamémosla… “tradicional”.
Y esa diferencia es la siguiente: ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.
– ¿Perdón? (mi no entender).
Trataré de explicarme con un ejemplo: en esa minoría que camina con el paso cambiado, el que menos convencido está de todo esto está metido hasta las cejas. No entro a valorar si tiene claro el final de su estrategia, si llegará finalmente a esa meta que se ha propuesto, pero lo ha puesto en práctica y está en ello. Basta con leer un poco para darse cuenta de que existe un convencimiento absoluto de la robustez de todos y cada uno de los sistemas. Todos son conscientes de las fluctuaciones a corto plazo el mercado. Y todos son conscientes de la bondad del largo plazo. Nadie se cuestiona la viabilidad. La única duda que subyace es… si el tiempo que queda por delante me permitirá llegar a la meta. Esa menta en la que un ingreso pasivo alegra nuestra existencia… (o visto como está el patio, es lo que permite que no nos muramos del asco).
Un notable diferencia. ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.
Ahora, prueba a acudir a tu entidad financiera “tradicional” y encuentra alguien que te realice afirmaciones con la misma rotundidad. Que te proponga un algo con un final feliz, diversificado… sostenible en el tiempo… y sin letra pequeña. Misión imposible.
Y sin embargo, aquí estamos nosotros. Con el paso cambiado. Reafirmándonos a cada aportación a nuestro sistema. O nos equivocamos nosotros (que como digo, somos cuatro gatos), o se equivoca el resto del mundo.
Y entonces nos viene a la mente una frase que en otras ocasiones ya se ha escrito por aquí: “si haces lo mismo que todo el mundo… obtendrás los mismos resultados que todo el mundo”. Y miramos a nuestro alrededor… y va a ser que sí, que tal vez merezca la pena el ¿riesgo? de cambiar el paso.
Con la notable diferencia de que ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.
Y para tratar de transmitiros la importancia y lo poderoso de esta afirmación, tomaré un ejemplo extraído del libro “The Millionaire Fastlane” de M.J. DeMarco, extrapolando el ejemplo de acudir a nuestra entidad financiera “tradicional” al mundo de la salud…
Entonces, sería como acudir con una grave enfermedad a un cirujano que nos dijera…
– Creo que podría operarte… y trataré de tener éxito…
…
Pues va a ser que me voy a otro lado.
Ernesto Bettschen. Febrero 2017.
Pues tienes toda la razón, Ernesto.
En una comunidad que se caracteriza por tener un enorme sentido crítico (cómo si no te metes en este envolao si sabes que vas contra corriente y que necesitas toda una vida para salir victorioso) es curioso que todos demos por hecho que el camino es el correcto.
El único problema que le veo es que al estar «tan» convencidos intentemos acelerar el camino con decisiones que afecten a nuestro bienestar: ahorrar demasiado, dedicar demasiado tiempo a la inversión, etc…
Un abrazo,
Czd.
Hola Cazadividendos.
Es el continuo dilema de lo que hacemos. La balanza hacia un lado o hacia otro. El vivir al dia vs el sacrificio que implica ejecutar nuestro plan…
La verdad es que en mi caso, la cosa esta bastante «automatizada». Quiero decir, pocas decisiones tengo que tomar, y mis aportaciones son bastante constantes, tanto en el tiempo como en la cantidad. Así que por lo menos me ahorro esa dedicación de tiempo.
Y como consuelo, pues me queda la duda de si esa vida al día supone realmente una felicidad (muchas veces al borde del abismo y con un final que apunta entre «complicado» y «desagradable») o si por el contrario es preferible tener algún sobresalto menos y, por lo menos, la esperanza de poder tachar de nuestro futuro ese «complicado» y «desagradable».
Me temo que la primera opión es como los niños con los cromos: es fácil acostumbrarse a la adrenalina del premio… y el día que no hay «recompensa», la desdicha empaña todo lo demás. (Interesante ejemplo. Creo que de aquí saldrá una entrada para el publicar en el blog).