Alejarse del centro.

   Dicen por ahí que somos un promedio de las cinco personas más cercanas a nosotros…

   Supongo que esto será como todo: válido para algunas personas, y para otras, pues claramente no. Pero bueno, el análisis puede resultar divertido o incluso esclarecedor.

   Aclararé que ”más cercanas” no hay que entenderlo a nivel familiar… sino aquellas con las que compartes más tiempo, que muy probablemente… no coincidan (vivir es esta época es lo que tiene).

Yo y los 5

   Bueno, ¿cómo lo ves?. ¿Es lo que te esperabas?

   Casi seguro que no. Pero no te preocupes porque esto es fantástico. De eso precisamente se tata.

   Y lo que digo ahora, no lo dicen por ahí, sino que lo digo yo: aunque no nos demos cuenta, a nuestro alrededor, fruto de nuestra convivencia del día a día, se crea un punto medio, una especie de agujero negro que nos atrae y que es un poco esa media con la que convivimos. Una media de comportamiento “social”.  Puede que, sin saberlo, vayas acercándote a esa media, seducido por su discreto, casi imperceptible, poder de atracción.

   O puede, que luches contra esa atracción. Y trates de alejarte de la media, del comportamiento establecido, de lo convencional o del hábito. Si como hemos comentado por aquí alguna vez, te sientes raro. Enhorabuena, creo que mantienes una sana lucha interna.

   Desde el prisma de la (f)independencia, podemos hacer un triste análisis tomando como referente ese ciudadano, casi prototipo a estas alturas, que casi seguro que conoces bien.

   En cuanto a las habilidades técnicas… pues la verdad, un día fueron. Y a día de hoy, ya casi son inercia. Cursos… ¿para qué si no me van a pagar más? y “el tiempo es oro”, pero yo me voy que hay partido. Leo, sí, pero en internet. Y si cualquier esfuerzo no me reporta dinero y sólo dinero, para otro.

   En cuanto a las habilidades interpersonales… se resumen en mirar una pantalla. Y a estas alturas están tan deshumanizadas que hasta el pésame se envía por Whatsapp. Poco tiempo para quedar, que ando muy liado. ¿Networking?¿qué es eso?, y no voy porque no conozco a nadie… No me lo explico, si entre Facebook y LinkedIn sumo más de 785 contactos…

   Y en cuanto a las habilidades financieras… pues me lo gano, que lo mío me cuesta. ¡Cómo para encima arriesgarlo en la bolsa! Pero ahorro, eso sí, que los gadgets de Amazon cuestan una pasta, y hay que manejar para poder mandar el “selfie” desde la playa paradisiaca de la Conchinchina… Eso sí, clarísimo tengo que las pensiones no se pagarán… y eso, que me van cayendo los años y me empiezo a preocupar… pero desde la Conchinchina… y el año que viene me abro un plan de pensiones… si no repito viaje, que aquí se lo pasa uno muy bien. En cuanto pueda, os mando la foto con el Smartphone que me ha dejado por 500€ a pagar en 24 meses al cambiarme de compañía de teléfono, que encima me “ahorro” 7,50€ al mes. Redondo me ha salido.  Casi tanto como la ganga de otro día del Primark, que fui a por unos calcetines… y por 50 €urillos me salí con 7 bolsas… ¡es que estaba todo baratísimo y volaba de los estantes!. Listo y rápido estuve…

    Te suena, ¿no?. Ese es el agujero negro del comportamiento social. Casi un patrón. Muy cercano a ti. La verdad es que nadie es culpable. El propio sistema lo fomenta. Y hay muchos intereses para que sea así. Y tú ahí. Sintiendo una presión que te llega desde esas 5 personas cercanas a ti. Notando como tiran hacia ese patrón de comportamiento social. Sintiéndote un poco extraño. Y cada véz más.

   Enhorabuena. Si eres consciente de esto y luchas contra ello -que 1) no es fácil y 2) tiene mucho mérito- Enhorabuena, decía, porque eres el que gira en sentido contrario a la espiral.

Espiral

   Y tal vez seas tú el que está influenciando en este sentido a otra persona.

«Concursante»

   Alguna vez he hablado por aquí sobre el “coste estructural” de cada uno (el coste de ser tú y vivir como vives).

   “Concursante” es una película española dirigida por Rodrigo Cortés y ganadora del premio de la crítica en el Festival de Málaga del año 2007. Trata sobre un concursante que gana un concurso de preguntas y respuestas y recibe un premio valorado en tres millones de euros. Para mucha gente, esto sería convertirse en “millonario” de la noche a la mañana… pero esta película viene a desmontarnos esta teoría… y nos desvela una triste realidad sobre el coste estructural.

   No soy crítico de cine, y no voy a entrar a valorar si merece la pena su visionado. Tiene algún fragmento curioso, como este que os dejo por aquí, y sí que creo que puede tener un valor didáctico.

   Y aunque (a la vista de este fragmento) pueda parecer que hay un auténtico complot para despojarnos de todo nuestro dinero (cosa que no comparto en absoluto)… mucho ojo con lo te compras, lo que cuesta, y sobre todo, lo que te cuesta mantenerlo… no vaya a pasarte como al “Concursante”.

Sobre planes y flechas.

   Tener un buen plan es importante. Casi para todo. Personalmente, para determinadas cosas, me gusta improvisar. Pero hay otras que sobre las que me gustaría conocer el resultado de antemano.

   Pero los planes, no dejan de ser eso: planes. Y a los planes les gusta llevarnos la contraria, casi sistemáticamente.

   Sobre esto de los planes, hace ya unos años, alguien me puso un ejemplo que todavía recuerdo, y que recurrentemente ha tenido razón: hacer un plan es como disparar una flecha hacia una diana. Influye el saber hacer (en este caso tirar con arco), la puntería (lo acertado de la orientación que le queramos dar) y la lectura de los factores externos (la capacidad que tengamos para leer y poner en conjunción varios factores, la distancia, el viento, la fuerza a aplicar en el tensado de la cuerda…).

   …Y luego, la flecha… sale…

       Y una vez que sale… mil factores tratarán de afectarla de alguna manera: puede ser que haga diana, pero puede ser que el viento arrecie, que algo se interponga en el camino, que la forma de la flecha no sea tan buena como nosotros queremos…

   La flecha, una vez disparada, tiene vida propia.

   Nosotros teníamos un plan. Luego… pasan cosas.

   Y eso es: en algunos casos, si tendremos la capacidad de volver a influir en la trayectoria de la flecha. Y podremos corregir su trayectoria gestionando su desviación. En otros, la flecha se desviará, y no hará diana. Y entonces lo único que podremos hacer es medir la diferencia entre lo planificado y el resultado obtenido.

   Así se las gastan las flechas. Así se las gasta la vida misma.

   Por poner algunos ejemplos, en la vida, tener un hijo es disparar una flecha… Nosotros podremos orientarlo, apuntar más o menos dónde queremos que llegue. Y luego pasan cosas.

   Las relaciones personales, son una flecha. Y algunas amistades inquebrantables del pasado, afectadas por el tiempo, puede que se difuminen…

   Las habilidades técnicas, son una flecha. Y ese esfuerzo que realizamos, resulta que recibió un soplo de viento desde atrás, y partió la diana en dos…

   Y las habilidades financieras, también son una flecha, porque casi todos tenemos un plan, y hemos disparado la flecha… pero la verdad es que muy pocos se han parado a pensar en el plan para cuando la flecha haya llegado a la diana. ¿Y si la desviación fue demasiada? ¿Y si el viento en el último momento cambió?

   Hay planes, y luego está la realidad. ¿Te has parado a pensar si tu plan es realmente viable? ¿sabes exactamente la diana a la que estás disparando? ¿lo dura que es? ¿la distancia verdadera a la que está? ¿te has parado a medir el viento y su dirección?… ¿tienes un plan para corregir la trayectoria de la flecha una vez que haya salido?

Nosotros teníamos un plan. Luego… pasan cosas. Pero una cosa que diferencia a la especie humana del resto de seres vivos, es la capacidad de imaginar escenarios, alternativos a la realidad, que no han sucedido, y, eso, precisamente eso, es lo que nos faculta para poder intentar corregir la trayectoria de la flecha una vez que ha sido disparada.

   Y aún así, vuelven a pasar cosas.

PlanVsReality

   Eso sí: no me cabe la menor duda de que tener un plan, ejecutarlo, seguirlo de cerca y tratar de controlarlo, en cualquier ámbito, ¡te acercará a la (f)independencia!

“Forrarse”.

(“Forrarse” es un artículo escrito por Ernesto Bettschen).


   “Zutano se marchó a nosedónde y se está forrando”.

   “Mengano montó nosecuál, y se ha forrado”.

   “Fulano invirtió en nosequé, y está forrado”.

   …

   Todos se forran. Así, rápidamente. Todos… menos yo.

   Debo ser bastante poco avispado. No termino de ver las enormes oportunidades que parecen pasar (pero que repito, yo no termino de ver) delante de mis ojos. Tampoco debo ser demasiado bueno en geografía y ciencias sociales, porque realmente no sé dónde hay que marcharse para ver de nuevo esas oportunidades maravillosas. Y, además, también debo de ser algo torpón, porque lo de montar cosas tan rápidamente tampoco es mi fuerte.

   Y creeros de verdad que de un tiempo a esta parte estoy conociendo gente, mucha gente, y es verdad que algunos (pocos) se “forran”… pero os voy a dar mi impresión sobre la coletilla “se ha forrado”.

   Es de justicia decir que creo que no conozco a nadie que no haya hecho un enorme esfuerzo para ganar dinero. Y ese esfuerzo, además ha sido sostenido en el tiempo. Algún rico de cuna conozco, pero aun así, resulta que los ricos de cuna suelen ser gente bastante esforzada.

   Y luego están los que “se forran” o “se están forrando”. Que así, en una frase como las que encabezan este artículo, parce cosa de coser y cantar.

   “Se marchó a nosedónde”… debió ser así, por las buenas. No estuvo a lo mejor un año pensándolo, y otro preparándolo, y finalmente tomó una dura decisión y dejó lo que tenía aquí para lanzarse a una aventura tal vez incierta. No. La cosa no debe ser así… Coges, te marchas donde da la vuelta el aire y ahí pones tu bandera, que por arte de magia atrae toda suerte de riquezas. Forrado. Ya está.

   “Montó nosecuál”… también, con alegría. Sacó la varita, materializó un dinero y recursos que no existían y en un periquete tenía una empresa de éxito. ¿Para qué meterse en la burocracia habitual para estas lides, contrataciones, infraestructuras…? Es mucho más fácil forrarse saltándose todo lo que hay en medio: tal vez años de ahorro, de aplicar ingenio, de concebir y conseguir materializar una idea, de contactos, de estudio de la competencia, de análisis de viabilidad…

   “Invirtió en nosequé”… Raro, raro, raro… porque no sabía yo que Fulano ¡resulta que era inversor! ¡Y además, de éxito! ¡Y listo debía ser el tío!, ¡y con raza! (…demasiadas “admiraciones” van ya…), porque para coger todo su patrimonio y meterlo en “nosequé” justo en el momento antes de revalorizarse un nmil por ciento nunca visto en el mercado en tan corto plazo… ya tiene que ser águila el tío. Seré yo pardillo, que tengo un plan inversor en el que voy aportando poco a poco y diversificando… a 30 años…

   No sé. Algo debo estar haciendo yo mal… pero no cesaré en mi búsqueda.

   Mientras tanto, en lo que tarda en llegar esa milésima de segundo en que pase yo de ser un simple mortal a la categoría de “forrado”, creo que voy a abrazar lo que se predica por aquí, en (f)independencia. Y voy a poner dedicación en no dejar de mejorar mis habilidades técnicas, cuidar mis habilidades interpersonales y seguir cuidando mi plan financiero… Empecé hace algunos años y en tanto no me forre de la mañana a la noche, creo que lo voy a hacer indefinidamente…

   Y voy a cambiar de amistades, porque mis amigos que han hecho fortuna se han tirado muchos años de esfuerzo o inversión, de sacrificio, de asunción de riesgo y de trabajo más que duro… Y eso no es ¡oiga! Yo prefiero, eso, ¡forrarme!

Ernesto Bettschen. Junio 2016.

La importancia de dormir tranquilo.

   Una de las cosas más importantes para poder dormir tranquilo es tener un buen colchón.

   Y un buen colchón, en el momento justo, también amortiguaría una caída.

   Pero los colchones no abundan.

   Y el objetivo de esta entrada es convencerte de que, si no un colchón, por lo menos una almohada sí que hay que tener.

   En ocasiones me he topado con gente que ha iniciado un plan de inversión, que ha estudiado la mejor manera de empezar y llevarlo a cabo, que se ha puesto manos a la obra, y que cumple con su propósito de manera impecable.  Hasta aquí, todo correcto. Pero en ocasiones me he topado con casos en que la labor de años se ha visto truncada por algún imprevisto más serio que los “imprevistos previsibles” sobre los que hemos comentado por aquí en alguna ocasión.

   Y todo por no haber previsto un poco de liquidez.

   Es verdad que la liquidez no rinde, que la devora la inflación, que no “trabaja” para nosotros… pero disponer de una partida para cubrir algunos gastos sin tener que deshacer posiciones de una cartera de renta variable también es importante.

     Por descontado que una partida de liquidez que cubra nuestra necesidad inmediata de efectivo ante cualquier contratiempo es bastante útil.

     Si esa partida nos permite mantener nuestro nivel de vida unos cuantos meses sin percibir ningún ingreso, mucho mejor. Aquí, la sensatez manda: cuanto más joven es uno, menos colchón necesita. Con 20 años uno duerme al raso y con algo hecho un burruño a modo de almohada asunto resuelto.  Con 50, la cosa se complica… y se corre el riesgo de no pegar ni ojo.

   Con 20, si falta el trabajo, es muy probable que ni la necesidad de efectivo sea tan acuciante, que el coste “estructural” (el coste de ser tú y vivir como vives) tampoco sea demasiado elevado y recurrente (cuotas de recibos, hipoteca, etc…), y que el tiempo que transcurra hasta encontrar un nuevo empleo no sea tan largo…

   Con 50, es probable todo lo contrario. Así que disponer de un colchón de liquidez (y no me refiero a una cama de agua), cobra importancia.

   Está claro que la liquidez va a mermar el rendimiento de nuestra cartera. Sea del tipo que sea. Pero también es verdad que va a proporciona un “margen de maniobra” y una cobertura que de otra manera no tendríamos.

     Para empezar, disponer de efectivo en caso de un imprevisto importante nos evitaría tener que deshacer posiciones en un ciclo bajista.

   Por otro, nos evita tener que tomar decisiones por necesidades acuciantes: es el caso de tener que aceptar una oferta de trabajo sin pensarlo demasiado teniendo la vista puesta en los recibos que vencen o los pagos por hacer.

   Y por último, si el colchón tiene algún grosor, nos abre una puerta a la auto-financiación. ¿Para qué pagar intereses al banco si podeos concedernos un auto crédito? Y aquí es una buena práctica que las condiciones nos las pongamos nosotros para nosotros mismos, porque resulta interesante cobrarse intereses a uno mismo por el riesgo que supone la disminución del colchón.

   Quiero decir nada más y nada menos que lo que estás pensando: que tomas prestados 6000 del colchón puntualmente, y te estableces cuotas de auto pago hasta devolver el importe inicial… más un 5%… por poner un ejemplo.

   Llevar esto a la práctica nos ayuda por un lado a dotar al colchón un aporte extraordinario mediante ese esfuerzo adicional que deberemos de hacer al gravar nuestro propio consumo. Pero… mejor así que no dándoselo al banco, ¿no?

   Por otro lado, nos será de gran ayuda para limitar nuestro consumo. Es decir, si estoy pagando cuotas al colchón como si fueran emitidas por un banco, seré muy consciente de mi gasto. Y me ayudará a controlar gastos que se superpongan en el tiempo. Y, consiguientemente, me ayudará a planificar mejor mi gasto y decidir no darme algún capricho.

   Y, sí, verás que aun teniendo efectivo más que suficiente para darte ese capricho, preferirás esperar un poco más… porque todavía te tienes que pagar tu último gran gasto.

   Suena un poco grotesco, ¡pero no te quepa la menor duda de que es de esas cosas que te acerca a ser (f)independiente!

BogleHeads.

   Los mercados fluctúan con dos órdenes: compra y venta… a su vez sustentadas en dos sentimientos: codicia y miedo. Y así, desde que el mercado es mercado. Y estamos en el enésimo ciclo de este tipo. Uno más.

   La última vez el miedo cobró especia fuerza… y parecía como si todo el sistema financiero fuera a desmoronarse llevándose por delante todo el dinero existente en el mundo. Entonces se hablaba de “diversificación” como nunca he oído hablar en mi vida: se diversificaban las acciones, pero también había una diversificación geográfica, una diversificación de tipo de activo (renta fija/ renta variable), incluso un diversificación a nivel de bróker… y cuantos más mejor.

  Y aquí seguimos. Más o menos. Menos o más. Eso sí, esa época de, llamémoslo pánico, me hizo estudiar, probar y ejecutar, junto a mi amigo Ernesto Bettschen, un esquema de inversión que no conocía: la inversión mediante fondos indexados.

   Y como máximo exponente de este tipo de inversión, conocí a los “Bogleheads”, cuya peculiar forma de inversión me interesó sobremanera. La verdad es que no dan puntada sin hilo. Y aquí viene el plato fuerte. Os cuento:

   Basicamente, los “Bogleheads” (llamados así en claro tributo a Jack Bogle, creador del primer fondo indexado), son inversores que como primera premisa tienen la máxima de “preservar el capital” (esto es muy de Benjamin Graham, autor del fenomenal libro “El inversor inteligente”).

   Con esta premisa, lo que hace un Boglehead es seguir el siguiente decálogo:

1.- Desarrolla un plan de trabajo.

2.- Invierte lo antes posible y a menudo

3.- Nunca asumas demasiado riesgo, ni demasiado poco

4.- Nunca trates de anticiparte al mercado

5.- Usa fondos indexados cuando te sea posible.

6.- Mantén los costes bajos.

7.- Diversifica

8.- Reduce al mínimo los impuestos

9.- Mantenlo sencillo

10.- Mantén el rumbo

  Sentido común. Bien.

   El punto que requiere aclaración y sobre el cual se asientan todos los demás es el quinto: “Usa fondos indexados cuando te sea posible”. Y ¿qué es un fondo indexado? Pues básicamente es un fondo de inversión que replica un índice, en cuanto a contenido y ponderación. Por ejemplo, un fondo indexado al Ibex 35, contiene todos los valores que contiene el índice Ibex 35, ponderados tal cual lo están en el propio índice. Y funciona de forma automática, sin intervención de un gestor (son fondos de gestión pasiva).

   Así, con este tipo de fondos, los Bogleheads compran “el mundo entro” con unos pocos fondos de inversión. Y dividen su inversión en dos grandes bloques que se complementan: renta variable (RV) y renta fija (RF).

   El motivo de hacer esto, se debe a que desde que se concibe el plan inversor, ya se tiene en cuenta que hay un punto en el que el sistema deja de recibir dinero para pasar a darlo (p.ej. cuando llega la edad de jubilación). Y, así, condicionan el % de inversión de renta variable Y el % de inversión de renta fija a esa fecha, y lo modifican, evidentemente, con cada año que pasa. Una regla ampliamente aceptada, es que invierten 110-su edad en RV, y el resto en RF. Así, una persona que tiene 30 años estará invertido un 80% en RV y un 20% en RF, y cuando cumpla los 70, la proporción habrá cambiado a 40% en RV y un 60% en RF.  Así aseguran, que cuando el sistema tenga que empezar a devolver la inversión, aunque haya un ciclo bajista, todo pueda llevarse a cabo sin el más mínimo sobresalto.

   Pero además, como he dicho, compran el mundo entero con muy pocos fondos y también lo ponderan según la madurez del mercado, su perspectiva de crecimiento, o el riesgo que se quiera asumir. Si bien esta apreciación es, evidentemente, personal, un esquema común es esta ponderación en base a la madurez del mercado, y así, la distribución geográfica queda de la siguiente manera:

Ejemplo para un Inversor de 30 años (80% RV / 20% RF):

RV  (80%)

  • USA&CANADA                                                          25%
  • EUROPA                                                                    25%
  • ASIA / PACIFICO                                                       15%
  • EMERGENTES                                                           15%

RF (20%)

  • BONOS (globales, a corto y medio plazo)                10%
  • BONOS (globales, a largo plazo)                              10%

   Pero como he indicado antes, aquí no se da puntada sin hilo, y hay mucho más de lo que a simple vista puede verse, porque como he dicho, usar este tipo de fondos hace que el decálogo se cumpla de forma automática. Vamos a verlo:

1.- Desarrolla un plan de trabajo: pues ya está hecho. Usaremos fondos indexados, en las proporciones que hemos indicado, y cambiando éstas en función de nuestra edad. Sencillo.

2.- Invierte lo antes posible y a menudo: creo que sobre este punto poco o nada hay que aclarar. En el mundo de la inversión, lo más valioso es el tiempo, así que cuanto antes se empiece, mejor. Esto es válido para cualquier sistema.

3.- Nunca asumas demasiado riesgo, ni demasiado poco: pues aquí empieza la magia Boglehead… ¿Cómo saber si estoy asumiendo demasiado riesgo o demasiado poco? Sencillamente, queda delegado en los % de inversión en RV y RF. Y en la distribución geográfica por madurez del mercado. Con esta distribución a dos niveles, y su cambio anual… el riesgo se va gestionando solito. Magia potagia.

4.- Nunca trates de anticiparte al mercado: porque ya sabes que el que más sabe de esto no sabe absolutamente nada. Nada. Así que ¿qué sentido tiene hacer (nunca mejor dicho) especulaciones? Toma una decisión sencilla, del tipo, “voy a poner X € el día 5 de cada mes”… y verás que será perfecto. ¿Por qué? Pues porque sencillamente no hace falta: verás que cuando vaya a hacer una aportación, cada uno de los fondos que has contratado tendrá su valor correspondiente, unos habrán bajado, otros habrán subido… y la fluctuación habrá hecho que el valor actual dela inversión se haya alejado del valor objetivo (el de la tabla de más arriba) que tenía inicialmente. Así, si aportamos a los fondos que más hayan bajado, estaremos cumpliendo con una de las máximas más importantes del mercado, y que es “compra barato y vende caro”. Así de sencillo. La propia ponderación te dice qué fondo o fondos son los que hay que alimentar cada vez. Pero veremos además que si queremos llegar a conseguir el % objetivo, tendremos en ocasiones que traspasar capital de los fondos que más hayan ganado, a los que más han perdido… y de nuevo, estaremos “vendiendo caro y comprando barato”. A esta operación se llama “Rebalanceo”, y, aportaciones aparte, lo suelen realizar una vez al año… o cuando alguno delos fondos se desvíe un 5% de su objetivo, por arriba (+5%) o por abajo (-5%). Esto sí que es un sistema automático… y no lo que venden por ahí.

5.- Usa fondos indexados cuando sea posible. Es el pilar de toda esta estrategia.

6.- Mantén los costes bajos: ya te he dicho que los fondos indexados no tienen gestores por detrás, que son automáticos… y de puro tontos que son (replican fielmente un índice) pues eso, que también cuestan menos. La contratación de un fondo tiene una serie de comisiones (gestión, custodia, etc.), que se cobran anualmente. Esto, al final es un % del patrimonio que mantengamos en el fondo y que se conoce como TER (Total Expense Ratio). Si una gestora de fondos viene a cobrar un TER de entre un 1% a un 2% (y me quedo corto en la mayoría de los casos), un fondo indexado, es raro que llegue a ese 1%. Los tenemos desde un 0,35%. Esto son buenas noticias, sobre todo para cuando tengamos un millón de euros, ¿no? La diferencia es abismal. Es importante tener en cuenta, que normalmente se pueden realizar todas las aportaciones que se quiera a los fondos sin tener que pagar comisión por cada una de ellas, ya que estas comisiones quedan cubiertas por el TER. Muy buena opción para realizar aportaciones periódicas.

7.- Diversifica: una vez más, este apartado queda resuelto por la utilización de los fondos indexados. Primero, por la diversificación en tipos de activo que se realiza (RV/RF). Segundo, por la distribución geográfica (North America, Europa, Asia-Pacífico, Emergentes). Tercero, por el contenido de cada uno de los fondos. Al invertir en acciones individuales, siempre puede plantearse la pregunta de qué valor comprar en cada momento. Los fondos indexados, replican un índice, con todos los valores que éste contiene, y ponderados por su capitalización dentro del índice. Para que te hagas una idea, te pongo un ejemplo, y muestro un fragmento de lo que contiene el fondo indexado Amundi Funds Index Equity North America , que replica el índice MSCI NORTH AMERICA (EUR):

Image 1

Es sólo el comienzo: como puede verse, el fondo contiene títulos de Australia y Canadá, y luego continúa con páginas y páginas de valores de USA… hasta 714, que componen el índice MSCI NORTH América que replica. (https://www.msci.com/documents/10199/46aa6590-4ca0-4bfb-bc51-3ca9c297c4ff). Diversificación absoluta, y automática, porque como sabemos, de ponto hay valores que no merecen estar en un índice, y que son cambiados por otros… movimientos que la gestión pasiva, pero automatizada del fondo se replican a en nuestra inversión. Y por último, podría realizarse una diversificación a nivel de gestoras de fondos e incluso de entidades (bancos o brókers) donde contratar y mantener estos productos.

8.- Reduce al máximo los impuestos: o lo que es lo mismo, no dejes que Papá Estado (el peor padre el mundo) abuse de su poder. La inversión en fondos permite algo que otros vehículos de inversión (como las acciones o los ETF) no permiten, y que es realizar traspasos entre ellos. La particularidad, en este caso, es que dichos traspasos no pagan peaje fiscal. Nada. Es decir, yo puedo decidir pasar una cantidad o la totalidad de un fondo a otro, traspasando las participaciones, y sin tener que tributar absolutamente nada. La misma operativa con acciones, implicaría una venta, teniendo que tributar por las plusvalías, si las hubiese, y la posterior compra. Así, los rebalanceos que se hagan, no pagan a hacienda. Y sólo tributaremos en el futuro, cuando toque retirar el dinero que necesitemos. Algo parecido sucede con los dividendos que reparten las acciones que componen los fondos. Esos dividendos, pasan a formar parte del patrimonio del fondo, con lo que no se materializan, y por tanto, tampoco pagan peaje fiscal. Y, así, este esquema de reinversión, a su vez, tiene la doble vertiente de reforzar la acción del interés compuesto, ya que el dinero queda en el fondo y pasa a ser parte activa de la inversión.

9.- Mantenlo sencillo: pues eso, que no nos compliquemos la vida. El ejemplo que estamos viendo resuelve toda la operativa con seis fondos indexados. Y ya me parecen muchos. Si nos ponemos en plan simplista, podríamos realizar una inversión de este tipo con simplemente dos fondos: uno de renta fija, y otro que replique un índice global (como por ejemplo el MSCI WORLD, que replica casi el mundo entero). Utilizar más o menos fondos lo que proporciona es una mayor versatilidad a la hora de realizar rebalanceos, y poder decidir la ponderación que queremos para nuestra cartera. Pero, eso, que el ejemplo es el más complejo… y aun así, resulta bastante sencillo. Y mantenerlo así, es importante.

10.- Mantén el rumbo: sin duda, lo más difícil de todo. Mantener el rumbo. Ser fiel al plan, y ser constante en el tiempo. Parece sencillo, pero no lo es. Y si te preguntas por qué, yo te lo cuento: porque es simple… y muy intuitivo… tanto que resulta aburridísimo. Funciona muy bien, pero es aburrido. Deja poco a la imaginación, a la elección personal, y nos abstrae de momentos de mercado, de selección de valores, de decisiones que hagan fluir un poco de adrenalina. Y cuando el diablo no sabe qué hacer… pues eso… que termina por hacer otras cosas…

   Y este es el decálogo. Interesante, ¿no?

  Y, por último, como en este sitio no tenemos por costumbre teorizar, los fondos con los que hemos llevado a la práctica todo esto, son los siguientes:

RV

  • USA&CANADA: Amundi Fds Index Eq North America. ISIN: LU0389812347
  • EUROPA: Pictet-Europe Index R EUR.                          ISIN: LU0130731713
  • ASIA/PACIFICO: Amundi Fds Index Eq Pac(ex.Japan). ISIN: LU0390717543
  • EMERGENTES: Pictet-Emerging Markets Index.        ISIN: LU0474968020

RF

  • BONOS Pictet-EUR Short Mid-Term Bond.                   ISIN: LU0167160653
  • BONOS Amundi Fds Index Global Bd EUR.                    ISIN: LU0389812933

  Todo lo aquí expuesto se ha llevado a cabo tratando de ser lo más fiel posible a las fuentes de información que se han utilizado para la realización del estudio y la práctica que aquí se refleja:

   Libros:

  • “Comon sense on Mutual Funds”, de John C. Bogle.
  • “The BogleHeads Guide to Investing”, de Taylor Larimore & Mel Lindauer & Michael LeBoeuf
  • “Enough”, de John C. Bogle.
  • “El inversor inteligente”, de Benjamin Graham.

   Web:

 

© L. Fansworth & Ernesto Bettschen (2016).

Hacerse millonario es como bajar de peso: todo el mundo sabe cómo hacerlo, pero muy pocos lo hacen.

   Aunque no queramos reconocerlo, somos complicados. No sé si por naturaleza, o por qué. Pero lo somos. Un ejemplo:

   Todo el mundo sabe lo que hay que hacer para adelgazar: comer poco y hacer ejercicio. Sin embargo, antes de esto, intentamos esquivar la realidad de mil maneras: aparatos, dietas milagro, pastillas, complementos alimenticios, sopas quemagrasas… y un larguísimo etcétera…

   Insisto, la solución ya es conocida: comer poco y hacer ejercicio.

   Y ahí estamos, intentando de todo, menos la solución ya conocida y que funciona.

   El ejemplo no es mío, lo refleja Josh Kaufman en su libro “MBA Personal”, y veremos que si lo extrapolamos al mundo del dinero pasa algo parecido.

   Cuando le digo a alguien que puede llegar a hacerse rico simplemente haciendo aportaciones periódicas a una cartera de 15 o 20 acciones que cumplan…

  • Que paguen dividendo.
  • Que hayan pagado dividendo ininterrumpidamente durante los últimos 15 años.
  • Que pertenezcan a empresas sólidas (y si no se sabe determinar cuando una empresa es sólida, valdría con que sea medianamente conocida por el público en general).

… desconozco el motivo, pero es probable que haga lo que sea, antes que esto.

   La respuesta al por qué tendemos a evitar la solución que funciona puede deberse a que en ambos casos se requiere tiempo. Tiempo. Únicamente eso. Pero somos impacientes, y queremos una pastilla milagrosa que acelere todo el proceso de adelgazar, o una técnica de trading para exactamente lo mismo, ahorrarnos el tiempo y tener el dinero contante y sonante ya… y paradójicamente, lo que pasa mientras tratamos de dar con ese santo grial, es que perdemos, precisamente eso, el tiempo.

   Tiempo… Siempre digo por aquí que es lo más valioso del mundo. Estoy convencido. Y no me cabe duda de que si dispones de tiempo… ¡tienes mucho ganado para llegar a ser (f)independiente!

Diversificación personal.

   “Los tiempos están cambiando”.  Aunque la frase es un tópico que se ha utilizado recurrentemente y siempre ha sido verdad (si no, mal vamos), creo que ahora también es válida y se matiza con que “están cambiando… rápidamente”. Ya he hablado por aquí de la importancia de la conciencia del entorno, pero esa conciencia, sin acciones asociadas se queda coja.

   Tengo más o menos claro, que los lectores / inversores que pasan por aquí ya tienen un plan que siguen fielmente, y un nivel de conocimiento inversor (que no especulador) y experiencia suficientes como para tener una cartera, como poco, diversificada.

   Pero, como he dicho, los tiempos están cambiando, muy rápidamente, y si bien la diversificación de una cartera es algo necesario, si quitamos la variable dinero de la ecuación de la (f)independencia, obtenemos una curiosa propuesta.

   En ese escenario rápidamente cambiante, creo que no me equivoco afirmo que los trabajos de dentro de quince años todavía no se han inventado. Y, aunque nos cueste creerlo, esto también será a cuenta de la desaparición de muchos trabajos cuya no existencia nos cuesta concebir hoy. Pero no estamos lejos de construir coches que se conducen solos, y créeme si te digo que ya hay “asesores” para toma de decisiones en grandes corporaciones que no son personas como tú o como yo. En el año 2016, la comunidad científica ha determinado que el primer riesgo de destrucción de la humanidad, por delante de cualquier catástrofe natural, guerra o epidemia, es la inteligencia artificial.

   ¿Quién concebía ser “community manager” o “piloto de drones” hace 15 años? ¿Quién hablaba de “coworking”, de “consumo colaborativo” o de “la nube”?

   ¿Quién necesitará acudir a una ventanilla de banco dentro de 15 años, en un mundo mucho más digital que el que conocemos? (Y no estoy matando la banca, pero si anunciando su transformación a grandes empresas tecnológicas).

   Y en medio de todo esto, nosotros. Con nuestra cartera bien diversificada… pero eso, ¿y nosotros? ¿Nos estamos preparando para ese mundo de cambios? ¿Podemos prever lo que pueda pasar en el futuro con nuestro trabajo?…

   Hago desde aquí la siguiente reflexión: si has diversificado tu cartera, por lo que pueda pasar… ¿qué te impide empezar a hacer una diversificación personal? Es el ejemplo de “poner todos los huevos en la misma cesta”, pero llevado al ámbito de las habilidades técnicas… y ¿por qué no?, de las personales.

   Según escribo, se me ocurre una fórmula:

   Diversificación personal = aprende (estudia + experimenta) y relaciónate.

   Y sobre la fórmula desgloso mi enfoque al aprendizaje sobre el estudio, porque como efectivamente los tiempos están cambiando, en el mundo actual estudiar ya no vale prácticamente de nada. Hay áreas de conocimiento tan fugaces y pasajeras, que casi no da tiempo ni a estudiarlas. El estudio, tal como lo hemos conocido, también ha cambiado. En un mundo donde la información se nos proporciona inmediatamente, a golpe de click, y prácticamente en cualquier lugar, priman más la actitud, el potencial, sobre todo, la capacidad de adaptación. Y en este escenario, la experiencia (como se está viendo) aunque es un grado, no es suficiente, y de ahí que si a determinada edad, mucho antes de los que te piensas, sales o te sacan del mercado laboral… puede ser que tengas problemas para reincorporarte… o para hacerlo como tienes en mente.

   Y conoce gente. Mucha gente. Y aquí no hablo de relaciones virtuales, sino reales. Presenciales. De apretón de manos. Acompaña tu aprendizaje de buenas y reales relaciones humanas, de más relaciones, de las que necesites en cada momento y que, si te satisfacen, nadie te impedirá conservar, y tu diversificación personal será un hecho.

   No te quepa duda de que la diversificación personal te acerca a la (f)independencia.

Y si el dinero no importara, ¿qué harías?

Si no conocéis el vídeo que viene a continuación, os voy a hacer un pequeño regalo…

Os sugiero que lo veáis en un momento tranquilo (y si lo tenéis complicado para conseguir esto, por lo menos usad unos auriculares), porque casi seguro que os va a hacer reflexionar…

No digo más.

¿Y bien?. (No soy muy perseguidor de los comentarios. El objetivo de este blog no es ese, pero sí que me interesa lo que se te está pasando en este mismo momento por la cabeza, así que -si no es demasiado intenso- tal vez quieras compartirlo).

Este vídeo tiene, en parte, la culpa de que un proyecto de independencia financiera se transformara en (f)independencia, porque no todo es dinero, no sólo es dinero… y ahí es donde hacen su aparición las otras dos «patas» en las que se apoya la (f)independencia: las habilidades técnicas (en todo su espectro, incluso las relacionadas con el ocio) y las interpersonales (contando por supuesto, también con la rama afectiva). Así, el proyecto, cobró sentido, porque lo dicho: no todo es dinero, no sólo es dinero.

Nunca dejes de pensar en ti.

   Este post ve la luz por dos acontecimientos que confluyen en el tiempo. Por un lado, la muerte de un conocido: 45 años. Salió a cenar con unos amigos. Y por la mañana ya no estaba entre nosotros. Un infarto por lo visto. Ni siquiera era mi amigo. Conocido. Simplemente eso. Alguna vez coincidimos y hablamos. Pero nada más. La verdad es que hacía muchísimo tiempo que no sabía nada de su vida. Era eso, simplemente un conocido. DEP.

   Y por otro, un post de Jose, en este mismo blog: literalmente dice “la independencia financiera sólo la conseguirán unos pocos”.

   Como dicen por ahí fuera… “Shit happens”. La vida se las gasta así: ayer sí. Y hoy ya no. Efectivamente, “la independencia financiera sólo la conseguirán unos pocos”, pero no creamos que será sólo porque empecemos tarde el plan o porque no podamos aportar lo suficiente. En algún caso, no llegaremos, porque no llegaremos a verlo.

   Cruda realidad.

   Normalmente nadie tiene en mente marcharse de este mundo. Y menos los que nos dejamos caer por aquí, que casi todos tenéis un plan a largo plazo. Pero llegar a la meta no está del todo en nuestras manos.

   De modo que esta entrada es un llamamiento a la reflexión. Desconozco cuál es tu situación personal, pero no estará mal que a tu plan añadas respuestas a algunas preguntas: ¿y si falto yo? ¿Qué situación dejo? ¿Y si enferma un hermano, mi mujer, o un hijo?

Pero tampoco dejes de pensar en ti, porque si estás leyendo estas líneas es porque estás a tiempo. Hay un trabajo de una mujer llamada Bonnie Ware que durante muchos años ha trabajado en una unidad de cuidados paliativos, atendiendo a enfermos terminales. Su trabajo se titula “Regrets of the dying“ y recoge las cosas más comunes de las que las personas se arrepienten en su lecho de muerte.

   1.-«Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí»: Se trata del lamento más habitual de todos, ya que al hacer balance de su vida muchas personas descubren que no han llegado a cumplir una mínima parte de sus sueños. En muchas ocasiones, esto se debe a que optaron por hacer lo que creían que debían hacer, en lugar de lo que realmente querían.

   2.-«Desearía no haber trabajado tan duro»: Es el lamento más frecuente entre los pacientes de sexo masculino, que desearían haber pasado más tiempo junto a su familia viendo crecer a sus hijos, en lugar de en su puesto de trabajo.

   3.-«Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos»: Aquellos que reprimieron sus sentimientos para no enfrentarse a quienes los rodeaban se lamentan de haberse conformado con vivir una existencia mediocre y amargada, en la que no eran ellos mismos.

   4.-«Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos»: Al igual que muchas personas se arrepienten de haber descuidado a sus familias, es muy frecuente lamentar no haber cuidado lo suficiente de aquellas amistades verdaderamente importantes. Lamentablemente, cuando se está muy cerca de la muerte es imposible recuperar el tiempo perdido.

   5.-«Desearía haberme permitido ser más feliz»: Se trata de un reproche sorprendentemente común que se hacen aquellas personas que prefirieron engañarse a sí mismos y continuar con unas existencias en las que ya no eran felices, en lugar de enfrentarse a su miedo a cambiar de vida.  (Fuente: http://www.abc.es/20111214/medios-redes/abci-cosas-antes-morir-201112140931.html#disqus_thread)

   Lo dicho, hoy quería hacer rete reflexionar un poco. Está bien tener un plan. Pero sé un poco egoísta, y nunca dejes de pensar en ti. Porque si tú no estás bien… difícilmente lo estarán los que te rodean.

   Y alcanzar la meta con una vida vacía… (a la vista de esta entrada) será una verdadera lástima. Si has andado por aquí no será la primera vez que leas que lo más valioso del mundo es el tiempo… TÚ tiempo. Porque el tiempo, por si no lo sabías, también se invierte. Desafortunadamente el tiempo no es como el dinero, el tiempo nunca se gana: o se invierte bien o se pierde.

   En cualquier caso, tengo el firme convencimiento de que luchar por ser (f)independiente no sólo no está reñido con todo esto… sino que puede hacer que, si tal como dicen antes de morir vemos pasar toda nuestra vida en unos pocos instantes… nos vayamos de este mundo con una enorme sonrisa.