Te están mintiendo. Te estás engañando.

   “Con la que está cayendo, está el patio como para meter el dinero en algún lado. Mejor me espero”.

   La frase anterior se ha escrito el 08 de Marzo de 2016, momento en el que España ha pasado por unas elecciones generales que no han arrojado un resultado claro. Los partidos políticos no consiguen llegar a un acuerdo que permita formar un gobierno. Y el tiempo, pasa.

   8 de Marzo, y en el momento de escribir estas líneas, la opción más probable es que vuelvan a repetirse las elecciones generales.

   “Con la que está cayendo, está el patio como para meter el dinero en algún lado. Mejor me espero”.

   ¿Seguro?

   Pues yo creo que no tanto. El momento político es el que es, pero parémonos a pensar centrándonos en el contexto que nos interesa, y que no es otro que el de nuestra (f)independencia. Y hagámoslo teniendo en cuenta el contexto actual, pero sin perder de vista otros ciclos políticos recientes, con partidos (tanto de una tendencia como de la contraria) que gobernaban con mayoría absoluta.

   Analicemos, y veamos qué han hecho por nosotros. Y sobre todo, veamos cómo ha afectado la acción política sobre los 3 aspectos generales de la (f)independencia:

   En el campo de las habilidades técnicas: no sé si te has dado cuenta, pero el momento actual es el caldo de cultivo perfecto para cultivar este campo. La irrupción de las nuevas tecnologías lleva años haciendo posible el acceso a una oferta formativa variada, de calidad, actualizada, útil y en muchos casos gratuita. Esto lleva emergiendo ya unos cuantos años… y está cobrando una fuerza que está obrando un cambio. Se acabó la “titulitis”. Pasa a valorarse la habilidad personal. No me digas lo que has estudiado. Demuéstrame lo que sabes hacer. Se empieza a hablar de “knowmads” (nómadas del conocimiento), y los cambios tecnológicos son tan rápidos, que en muchos casos ponernos a estudiar la teoría podría suponer quedarse obsoleto. En una época en la que el acceso al conocimiento es casi inmediato, es más útil el que sabe diferenciar el grano de la paja, el que aprende sobre la marcha. El que se adapta. “Adaptarse o morir”. ¿Esto es nuevo? Más viejo que “la Tana”. ¿Tienen entonces algo que ver la política en este campo? Poco o nada. El momento para cultivar las habilidades técnicas lleva tiempo fraguándose y es independiente de la política. En comparación a ella, va a la velocidad de la luz. Y no tiene signo ni tendencia. Y es un momento que hay que aprovechar, porque pararse a cuestionar si cultivar las habilidades técnicas merece la pena es una pérdida de tiempo tan valiosa, que puede dejarte obsoleto incluso antes de haber dado el primer paso. Así de duro, así de intenso, así de interesante. Olvídate de lo que ha sucedido hasta ahora, que sí, te doy la razón, era diferente, se necesitaba un título. Ahora, si te siguen vendiendo esa moto, te están mintiendo. Y si tú te lo crees, te estás engañando. A mi, demuéstrame qué sabes y puedes hacer.

   En el campo de las habilidades interpersonales: el mundo de hoy está “hiperconectado”. Nos movemos en una sociedad que se comunica a golpe de tecnología. Tenemos acceso a las personas que conocemos prácticamente instantáneo. A las que conocemos, y también a las que no. Las redes sociales inundan nuestro día a día. Y ya en algunos casos, nuestros interlocutores no son ni siquiera personas.

   Paradójicamente, los individuos están más solos que nunca. Las relaciones humanas, tal como las hemos conocido hasta ahora están también cambiando a velocidad de vértigo. Y resulta sorprendente ver que tener acceso a la versión “virtual” de nuestra familia, amigos, conocidos, etc., altera de hecho nuestras relaciones haciéndolas menos “personales” y cada vez, más “virtuales”. En todos los sentidos.

   Hemos pasado en poco tiempo de algunos contactos reales, a infinidad de contactos virtuales. De una comunicación más sustancial a una comunicación… que en muchos casos ni siquiera es nuestra… Nos basta con un “reenviar” o “retwitear” la frase o el chiste gráfico de turno… pero también la noticia o el rumor… en muchos casos sin ni siquiera cuestionar su autenticidad. Y poco a poco, nos está pasando que los contactos se “virtualizan” en la misma medida que se “desvirtúan”. Llega tu cumpleaños y recibes más felicitaciones que nunca (por mail, por SMS, por Twiter, por Whatsapp…). Llega tu cumpleaños y recibes menos abrazos que nunca (porque la gente realmente no está ahí)…

Esto tiene factura evidente cuando queremos trasladar relaciones virtuales al mundo de la realidad: en algunos casos, puede salir bien. Pero el porcentaje de fracaso se incrementa espectacularmente. Las relaciones reales, requieren contactos reales. Tampoco así hay garantía de éxito, pero la probabilidad cambia a mejor. Hoy en día se habla mucho de “Networking”, pero está práctica (que debe serlo) no debe abarcar sólo el mundo virtual, sino materializarse en contactos reales, en lugares reales y con comunicación cara a cara. En un mundo virtual, nosotros, las personas, seguimos siendo mucho más humanos de lo que nos pensamos. Y la manera de apretar una mano, la manera de hablar, de gesticular, de escuchar, afirmar, negar, y ese interminable etcétera que todos llevamos, a día de hoy es más potente que cualquier tecnología. Yo no me fío de cualquiera, y menos en una versión virtual. Eres libre de negociar “virtualmente”, pero hasta la denominación suena mal. Hay que utilizar la tecnología como vehículo para llegar a contactar. Hay que utilizar la realidad para contactar.

   Eso sí, otra vez, aquí poco tienen que decir los políticos. Si tu intención es hacer contactos reales en un mundo real, eres completamente libre. La política, ni te va ni te viene. No te va a ayudar, pero tampoco va a ponerte demasiadas trabas. Si quieres desarrollar esta habilidad, es tan sencillo como concertar una cita real, en un sitio real. Cara a cara. Porque al final, en la vida, (por lo menos de momento) hay que dar la cara. Si te están vendiendo otra idea, te están mintiendo. Y si te lo crees, te estás engañando.

   En el campo de las habilidades financieras ya hemos comentado alguna vez que hay un auténtico complot para impedir que seas libre. Y es patente en todo el ciclo del dinero: desde que lo ganas hasta que te lo gastas. Crees que te gastas el dinero en lo que quieres, pero estás intervenido y fiscalizado desde que cobras la nómina (si trabajas por cuenta ajena), en la que intencionadamente no aparecen las cantidades que el empresario paga por nosotros, para que no veamos lo que realmente se lleva “papá estado” (el peor padre del mundo). Ocultar la información, no es mentir. Pero casi. ¿O acaso tú sabes lo que paga tu contratador por ti cada mes?

   O desde que un autónomo que no factura tiene pagar igualmente su cuota. Y luego, con lo poco que queda, la máquina de destruir riqueza sigue funcionando: si decides irte a tomar unas cañas, “papá estado” (el peor padre el mundo, no me cansaré de decirlo) no te dejará ir sólo, y ahí estará para llevarse otro pellizco por impuestos del alcohol, del tabaco, de la gasolina, el IVA, el IVTM… Es muy difícil darle esquinazo. Si eres mileurista, conviene que sepas que realmente eres un “dosmileurista”, al que le han pasado su ganancia por la “muela” destructora de riqueza del Estado.

   No se me malinterprete: contribuir al estado es necesario. Pero hacerlo a un estado poco preocupado por su gestión, por su gasto, por su eficiencia, por sus servicios, por su imagen, y sobre todo, por el bienestar ciudadano… no es lo más satisfactorio que uno puede hacer.

   Para que te hagas una idea, tanto ahora (con cierta inestabilidad política), como antes (con partidos gobernando con mayorías absolutas), nadie se atreve a anunciar la quiebra del sistema de pensiones. Nadie.  Y no con el objeto de que dejes de pagar nada, que con el gasto que tenemos, es completamente imposible. Con la intención de que te quites la venda de los ojos, y puedas empezar a hacer algo, a asegurar un poco tu bienestar futuro. Pero claro, eso tampoco interesa demasiado, no vaya a ser que haya demasiada gente son el voto cautivo por la cuantía de una pensión.

   O el intervencionismo en las inversiones: terreno es el que, además de las comisiones estatales, si ganas un duro, pasas por la caja de papá estado (adivinaste, el peor padre del mundo)… y si lo pierdes, ahí te las apañes. O donde se hace pasar por el “peaje” 2 veces al mismo dinero, como sucede con el pago de dividendos, donde el dinero que queda para este fin tras el pago de impuestos de la empresa, vuelve a gravarse antes de que llegue al receptor final, en concepto de no sabemos qué.

    Con todo esto verás  (y puedes hacerlo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=muY6xPzk9Cw) que te están mintiendo. Y si no comienzas a preocuparte por ti mismo desde este mismo momento, te estás engañando.

   No dejes que te mientan, y no te engañes. Todavía estas a tiempo de empezar a ser un poco más (f)independiente.

El problema no es por qué no eres rico. El problema es por qué no estás en el camino para serlo.

“Ser o no ser. Esa es la cuestión”. ¿Esa es la cuestión?

No en este caso.

Te hago dos afirmaciones:

  • “Puedes ser rico si tienes mucho dinero, y entonces te da igual el tiempo”. Aunque esto suele ser bastante improbable.
  • Pero también “puedes llegar a serlo si tienes poco dinero pero mucho tiempo”.

Notarás que entre ambas afirmaciones hay similitudes y diferencias:

En ambas afirmaciones utilizo la palabra “puedes”. Como verás no doy nada por seguro.

En el primer caso, me baso en la afirmación de que “un tonto y su dinero no permaneces juntos demasiado tiempo”. Y no sólo eso. No es simplemente que seas tonto, puede ser simplemente desconocimiento. Si no se sabe cómo funciona realmente el dinero, este simplemente se gasta. Así de sencillo. Así de duro. Así de real. Y da igual de qué importes estemos hablando. Si no te lo crees, te invito a que veas el documental “Broke. Estrellas en la ruina” (https://www.youtube.com/watch?v=1oxHn-DP2Wc). Verás que las cantidades de las que se habla en ese documental son astronómicas. Verás que las personas no son tontas. Verás simplemente que lo que hay es un gran desconocimiento, pero que es capaz de llevarse por delante fortunas inmensas. Una sola frase, en el momento apropiado habría servido para poner alguna cosa en su sitio, toma nota: “Los ricos no viven de su dinero. Viven del dinero que genera su dinero”.

Así de sencillo.

En el segundo caso, estoy firmemente convencido de que “puedes llegar a ser rico”, pero vuelvo a insistir en el “puedes”, porque desconozco casi todos los parámetros de tu ecuación: cuánto dinero es ese “poco dinero”, cuánto tiempo tienes por delante, qué te depara el futuro… No tengo bola de cristal, lo siento. Pero creo que estará de acuerdo conmigo en que es mejor hacer algo y tener incertidumbre, que no hacer nada y tener la certeza de un futuro poco prometedor.

En cuanto a las divergencias de las dos afirmaciones, si profundizas en su análisis, verás que al final es sólo cuestión de una cosa: es cuestión de TIEMPO.

Poco dinero + mucho tiempo = más dinero.

Más dinero + más tiempo = mucho más dinero.

Mucho más dinero + más tiempo = muchísimo más dinero.

Muchísimo más dinero + más tiempo =… ¡eres rico!

Sencillo, ¿no?

Entonces… “¿Por qué no soy rico?”, te estarás preguntando.

Pues la respuesta vuelve a ser sencilla:

  • Porque no has invertido las dos cosas que componen la ecuación, y que son poco dinero, y mucho tiempo.
  • Porque, sencillamente, NO TE LO CREES.

 

Esa es la cuestión. Que no te lo crees. Que suena TAN sencillo que ni siquiera te has parado a pensarlo. Que te pones disculpas del tipo “no me gusta”, “no entiendo nada”, “me da pereza”, “ya lo haré más adelante”… sin darte cuenta de que cada una de ellas te hace perder el activo más importante de toda la ecuación, que ¡adivinaste!, NO es el dinero, sino el TIEMPO.

Y si entiendes esto, verás que efectivamente el problema no es por qué no eres rico. El problema es por qué no estás en el camino para serlo.

Empieza cuanto antes, y así te estarás concediendo una oportunidad. Un “puede”. Vuelvo a insistir en que en que es mejor hacer algo y tener incertidumbre, que no hacer nada y tener la certeza de un futuro poco prometedor.

Empieza cuanto antes. Y podrás llegar a ser (f)independiente.

El Futuro no existe, pero le gusta llevarnos la contraria.

   Estoy harto de leer que el futuro no existe. Hubo una época en la que yo lo creía así… pero de eso hace ya mucho tiempo.

   Y es que al futuro le gusta llevarnos la contraria.

   Muchas son las referencias literarias a un futuro que no existe. Libros que hablan de “El poder del ahora” y cosas parecidas. Que predican que el pasado ya se fue, y el futuro no sabes lo que te deparará, así que tu único momento para actuar es ahora.

   Bueno. Puede ser. Pero te voy a contar na cosa: yo siempre creí que iba a morir a los 27… y aquí sigo. Y créeme si te digo que paso con creces esa edad.

   La cosa no es tan simple. Resulta que ese “ahora” en el que puedes actuar, es fruto de un pasado. Es decir, lo que hayas hecho o hayas dejado de hacer en el pasado te pasa una factura o recompensa que pagas o disfrutas en el ahora. Si yo hubiese sabido con veinte años lo que sé ahora, creo que me hubiese jubilado rico antes de los cuarenta. Y el tema es recursivo: lo que hagas hoy, casi seguro que te pasará factura o recompensa en ese futuro que no existe… pero que llega.

   Y es eso, que al futuro que no existe, le gusta llevar la contraria, y casi siempre llega.

   ¿Y cómo afecta esto a tu (f)independencia? Pues veamos, hagamos un rápido análisis:

  • En el campo de las habilidades técnicas: estoy seguro que antes de escuchar eso de que el futuro no existe habrás oído que “la experiencia es un grado”. Pues sí. Lo es. Me quedo mejor con esto último, que el futuro ya me ha demostrado que llega. La experiencia es un grado, y en tu campo, sea el que sea, es un activo con mucho peso. Paradójicamente, en la “mochila de la vida” es de los que menos pesan, y de los que más útil puede resultar, para toso. Tener experiencias previas, haber sufrido las cosas en las propias carnes, haber pasado por situaciones resultantes en éxitos o equivocaciones y volvernos a encontrar con esas situaciones más adelante, efectivamente nos permite ser más resueltos. Porque ser resuelto, al final es eso: saber cómo manejar las situaciones. Y esto puede ser más fácil si hemos experimentado en escenarios parecidos antes. A la guerra se va con los mejores. Y los mejores en muchos casos lo son porque “saben”. Y saber, lo que se dice saber… nadie “nace sabido”. Así que experimentar la vida es fundamental. Además, no te engañes, la felicidad vista al final del camino es un error. Se trata de que el camino sea la felicidad.
  • En el campo de las habilidades interpersonales: otra expresión a la que concedo más valor que a “el futuro no existe”, y que seguro que también has escuchado muchas veces: “amigos hasta en el infierno”. Interprétalo como quieras, pero no dejes de prestarle atención. Tengo claro que se cuentan con los dedos de una mano los amigos “de verdad”, pero también es cierto que ese futuro que no existe nos hace ver recurrentemente a mucha gente con la que compartiremos algo. Una y otra vez. Experiencias, buenos y malos momentos, negocios… El mundo es un pañuelo, y es probable que mañana nos volvamos a ver. En este sentido, sería absurdo cerrarse puertas gratuitamente, descargar un mal día con quien no lo merece, no ser educado… También puedes pretender no ser juzgado por lo que se fue… pero supongo que en mayor o menor medida sabrña que hay cualidades tuyas que te otorgan y quedan fuera de tu alcance: tú no puedes decidir “ser creíble” o “de confianza”. Eso, te lo otorgan lo demás. Un largo pasado para forjarlo. Un segundo para destruirlo… y la posibilidad de no recuperarlo jamás. En ese futuro que no existe pero llega.
  • En el campo de las habilidades financieras: si me preguntan qué hará el mercado mañana… pues resulta que lo sé. Parece que soy de las pocas personas que lo sabe. Puede que ese sea el secreto de mi riqueza. Aunque a mí me resulta tan obvio que no creo que los tiros vayan por ahí. Aquí especialmente parece que voy con el paso cambiado: para la gran mayoría de inversores el largo plazo, el futuro, no existe. Creo que no te descubro nada si te digo que la estrategia cortoplacista es más que probable que beneficie a muchos… pero no a ti. Más bien a esos intermediarios de lo que ya hemos hablado alguna vez y que, independientemente de que tú ganes o pierdas, ponen la mano. Y todo parece indicar que en este sentido hay Intereses ocultos. La prensa sepia no cree en el futuro. La empresa que hoy es buena, mañana, deja de serlo por un comentario, una opinión… en muchas ocasiones nada relacionado con su modelo de negocio, desligado de sus resultados, de su gestión. La sociedad interconectada en que vivimos hace que las notician tengan una afección inmediata, pero en muchas ocasiones… injustificada. Es un mundo en el que incluso cosas que no han pasado, se traen al presente para justificar los vaivenes de la bolsa. Una vez más, el futuro no existe. Nadie te dirá que inviertas y recuperes tu dinero multiplicado por mil dentro de cuarenta años. Nadie.

En este escenario, ten por seguro que ganamos los que hemos conseguido Cambiar el paso, el resto son pasto del “ahora”.

   Y, para no dejarte con la incertidumbre, si me preguntan qué hará el mercado mañana… lo sé. Igual que J. P Morgan, el financiero más poderoso de finales del siglo XIX y principios del XX, daré una respuesta asombrosamente breve e infaliblemente exacta: «Fluctuará».

   Lo queramos o no, ese futuro que no existe pero llega, hace que vivamos una evolución continua, para bien o para mal. Pero si contamos con que le gusta llevarnos la contraria, y cada día de mañana se presenta a desayunar, seguro que conseguiremos ser un poco más (f)independientes.

Discreción.

   Ya te lo he dicho. Me llamo L. Fansworth, y soy rico.

   Tú lo sabes. Yo lo sé. Y pocas personas más… es una decisión personal. Importante. Y, desde mi punto de vista, sabia.

   Dado que conoces poco o nada sobre mí, aparte de las pinceladas que dejo por aquí acerca de mi forma de pensar, a veces me pregunto cómo te imaginarás que soy. La verdad es que no tengo ni idea de lo que se te puede pasar por la cabeza… y (no te incomodes por esto), la verdad es que tampoco me preocupa. Y, además, casi seguro que (tú como la inmensa mayoría), te equivocas.

   La gente comete un error estadístico en su percepción de la riqueza y hace una asociación equivocada: cuando se habla de que una persona es rica, automáticamente viene a sus cabezas un estereotipo de “rico”, con una mansión con enorme jardín, cochazo a la puerta, cena en el restaurante del más selecto club, yate, y una mujer despampanante, cubierta con un elegantísimo vestido sobre el que resalta el brillo de unas joyas de valor casi incalculable.

   Bueno. Eso puede ser riqueza, pero también ostentación. En el peor de los casos, puede ser sólo ostentación. Se puede ser rico, o simplemente parecerlo. Y de verdad que hay una gran diferencia entre las dos situaciones. Cuando baja la marea, se descubre quien se estaba bañando desnudo. No me cansaré de repetirlo: “el dinero que rápido viene, rápido tiende a marcharse”.

   Pero no va por ahí mi discurso de hoy. Retomando el asunto de la percepción de la riqueza y la asociación equivocada, te voy a hacer reflexionar con algunas pregunta: en el supuesto de considerásemos rica a una persona con un patrimonio financiero de un millón de €uros, ¿qué hay más: personas con un millón de €uros en activos… o personas con más de diez millones? ¿En qué proporción? ¿Y con más de cien millones? ¿Y más? La respuesta ya la sabes: súper-millonarios hay pocos: algunos deportistas, estrellas de cine o de la mundo de la música, banqueros, gestores de fondo, profesionales (abogados, cirujanos) de gran prestigio…

   Pero te sorprendería saber que, proporcionalmente, hay muchísimas personas más con un patrimonio financiero de un millón de euros. No he dicho “muchos”. Digo (y créeme que hablo con conocimiento de causa) “muchísimos”. Millonarios que no distinguirías del común de los mortales. Personas que huyen sistemáticamente de una mansión con enorme jardín, cochazo a la puerta, cena en el restaurante del más selecto club, yate, y una mujer despampanante, cubierta con un elegantísimo vestido sobre el que resalta el brillo de unas joyas de valor casi incalculable.

   Gente discreta.

   Error estadístico (hay muchos más millonarios anónimos que públicos). Error de asociación (la mayoría de los millonarios no son ostentosos).

   La próxima vez que te pares en un semáforo y al lado tuyo se pare un cochazo, parate a pensar si lo que hay al volante es un millonario de verdad, o simplemente un gran préstamo con ruedas.

   Y li lo que se para a tu lado es un turismo convencional… trata de averiguar si el ocupante es un millonario real, ¡porque la probabilidad es mucho más alta!.

   Por otro lado, cuando alcanzas la riqueza (y aquí ya me da igual el medio por el que llegues a conseguirlo), resulta que todo tu esfuerzo queda desvirtuado… y parece que no eres tu quien consigue logros, sino que todo el mérito se lo lleva única y exclusivamente el dinero. Si creaste una empresa, es porque ya tenías dinero. Si hiciste esto o aquello, es porque el dinero te lo permitió. Hagas lo que hagas, consigas lo que consigas, es porque tienes dinero. Cualquier esfuerzo, se difumina. Y de ahí la discreción. No dejes que tus logros sean vistos como lo que no son: “cosas pagadas”.

   Como verás, (y repito lo escrito un poco más arriba) es una decisión personal. Importante. Y, desde mi punto de vista, sabia.

   En 1996 salió a la luz el libro “The Millionaire Next Door”, de Thomas J. Stanley and William D. Danko. Si no has leído este libro, estás tardando. Básicamente es un estudio realizado durante veinte años sobre las personas adineradas de los Estados Unidos. Entonces verás de lo que te hablo. Y además, casi seguro que cambiará tu percepción sobre el mundo del dinero. Es una lectura fundamental para disociar el concepto de riqueza del de ostentación. Y adicionalmente obtendrás sabios consejos: ¿sabías que hay gente que hipoteca literalmente su vida y su capacidad de generar riqueza por algo tan frecuente como irse a vivir cerca de sus padres? ¿Sabías que ayudando al “débil” podrías estar fomentando precisamente su debilidad? (sí, ayudando más al niño al que le cuesta hacer los deberes, es probable que lo que hagas es fomentar su debilidad al saber él que dispondrá de tu ayuda para hacérselo todo más fácil). ¿Sabías que la mayoría de los millonarios viven en el más absoluto anonimato?

   No te desvelo más (que lo hay, y no es poco). Es una lectura fundamental que te acercará en muchos sentidos, a ser más (f)independiente.

Compradictos.

   “Sé frugal”. Supongo que no es la primera vez que lees esto en ti búsqueda de la independencia financiera. Buen consejo. Pero ambiguo.

   “Sé frugal” puede derivar en quitarse algunos caprichos superfluos. O puede convertirte en el mayor roñoso del mundo.

  Como en todo, en la media hallaremos la virtud. En ese “ni tanto ni tan calvo” que tantas veces hemos oído.

   Está claro, que cuanto más se siembre, mayor debería de ser la cosecha. Pero esa “siembra”, significa sacrificio. Significa no caer en la tentación… con tanta frecuencia.

   Y la mejor manera de no caer en la tentación es evitarla. Vivimos en un mundo muy consumista, la tentación vive arriba… abajo, a un lado, al otro… está en el aire mismo y tiene el don de la ubicuidad.

   Y tú en medio… como una súper estrella bajo los focos…

   Esto empieza a no sonar tan bien si te lo muestro como que eres el objeto de deseo, sí, pero de miles, de tal vez millones de campañas de publicidad y marketing que gracias a las nuevas tecnologías, a la movilidad, al modo de vida, en fin, del siglo XXI, forman parte de tu vida.

   Sólo se pretende un objetivo. ¡Compra! Satisface ese impulso adquisitivo… y llévate eso de lo que te he convencido (lees bien, tú no estás convencido, en muchas ocasiones te lo han vendido, ni siquiera sabías que lo necesitabas)… y que será lo mejora que tengas hasta que dentro de pocos minutos aparezca otra cosa que apetezca… o la misma, ligeramente mejorada…

   El marketing digital ha “nicotinizado” nuestro hábito de compra. Los fumadores me entenderán bien. La última compra realizada, cae en el olvido rápidamente… e incluso en el desuso… pero ya tenemos el “mono” de la siguiente…

   Y nos lo ponen MUY fácil. (La “compra en un click” de Amazon, es una obra maestra. Un chute de “compramina” en toda regla.)

   Y luego entra en juego la estrategia de las marcas, auténticas promotoras de nuestra infelicidad: en el momento en que realizas tú compra, ellas ya tienen a punto la siguiente versión de tu producto. Con ese pequeño cambio que te hará envidiar lo que viene. Y así, lejos de satisfacerte y hacerte más feliz, su objetivo es convertirte en consumidor compulsivo. Un envidioso perenne. Un eterno infeliz. Eres un auténtico “yonki” de las compras.

   Pro no te equivoques. Que los negocios son así. Las empresas no son hermanitas de la caridad. Se crean para satisfacer egos y hacer dinero. También dan trabajo a muchísimas personas, y generan beneficios y dividendos. Y es verdad que producen productos o prestan servicios que consumimos. Piénsalo bien. Y reflexiona sobre lo siguiente: en todo el proceso escalofriante que te he contado… ¿quién tiene la decisión final? ¿Quién es capaz de cambiar el final del proceso? No te sientas víctima. Eres el culpable.

   Ahora retomo el título de esta entrada: “Sé frugal”. Y cobra sentido. Quien algo quiere, algo le cuesta. Y en este caso esta frase debe interpretarse de otra manera, porque lo único que requiere vencer a la tentación es un pequeño esfuerzo.

   Qué gran verdad es eso de que en algunas ocasiones “menos es más”. Creo que podría escribir todo un libro sobre este tópico. Sobre cómo, cuándo, dónde y porqué se compra. Sobre como caemos en la tentación. Sobre cómo nos hacen caer. Sobre cómo nos hacen un poco más infelices, más envidiosos, más consumistas, más frívolos… todo eso sin darnos cuenta… y encima nos cuesta dinero

   Será un logro personal si vences la tentación, si te apeas de esa rueda… Casi imposible. Sería ya una gran victoria si simplemente amortizas más todo lo que adquieres… Es otra manera de Cambiar el paso.

Y, no lo dudes, ese gasto que te quitas, que en muchas ocasiones será algo más que El valor de una noche de tapeo, puede llegar a hacerte un poco más (f)independiente.

Hacer algo… y empezar cuanto antes.

“Tengo que hacer algo”. ¿Cuánto tiempo llevas pensando esto? Te has dado cuenta de que efectivamente tienes que hacer algo, porque sistemáticamente te gastas todo el dinero que ganas. Has pensado en un plan de pensiones, pero el desconocimiento, lo poco que te gusta el tema y la falta de una decisión para dar el paso te producen un inmovilismo absoluto.

Y los días pasan.

Y con los días, los años.

Y todo sigue igual. Lo sabes. Cada vez que has conseguido ahorrar un poco, ha surgido un imprevisto. O un capricho. O un planazo en un sitio lejano al que no se podía dejar de asistir…

Cada vez, vuelta a empezar. Y cada vez te sientes más incómodo. “Tengo que hacer algo”.

Si te hubiesen contado en algún momento cómo funciona realmente el dinero, estarías lejos de preocuparte. Ahora, tal vez sea un poco tarde, pero voy a ponerte en contexto con el único objetivo de que según termines de leer este artículo te levantes y pases a la acción.

Por experiencia propia sabes que el ahorro sólo no vale. La tentación siempre es más fuerte. Y el dinero ahorrado, pero accesible, simplemente se vá.

Llega el momento de actuar contra esto, y verá que tu vida no cambiará drásticamente después de esto.

Voy a proponerte dos alternativas (de peor a mejor), muy sencillas, pero efectivas. Y cuando las lleves a la práctica, te tirarás de los pelos por un solo motivo: no haber empezado antes.

  • Contratar un plan de pensiones privado: no soy muy amigo de estos productos, pero si no tienes nada de nada, es hora de realizar algún cambio para por lo menos poder decir “alg es algo”. No te cases con cualquier plan de pensiones. El objetivo es llegar a una edad determinada para rescatarlo y optar por tener algo de dignidad. (Tú te equivocas, yo me equivoco). Con este objetivo, calcula el año aproximado de tu jubilación, y contrata un plan que tenga como objetivo ese año. Sí, como suena. Pídelo así en tu entidad bancaria o aseguradora. “Quiero un plan de pensiones con objetivo de jubilación 2045 (año de tu jubilación)”. Y así, una vez tengas contratado el plan, realizar aportaciones periódicas el día inmediatamente posterior al cobro de tus haberes. La cantidad, pues es obvio que cuanto más, mejor, pero para sentirte cómodo con todo esto, empieza con una cantidad que no te suponga un trauma. Te propongo sacrificar el valor de una noche de tapeo… Qué, no te quepa la menor duda, recuperarás en el futuro.

Y no te dejes engañar por la fiscalidad y todo el bla, bla, bla de los planes de pensiones. Cada duro que te desgraves (argumento comercial con el que intentarán embaucarte) tendrás que pagarlo cuando vayas a disponer de tu dinero. Así de claro. No es una desgravación. Es simplemente un diferimiento. Lo que no pagas en tu declaración de la renta anual, lo pagarás después. Se puede decir más alto, pero no más claro.

Así que ya sabes. Mejor que no tener nada, por lo menos, tener un plan de pensiones.

  • Misma visión, otro producto: fondos de inversión. Tampoco te cases con cualquiera. El enfoque es exactamente el mismo: existen fondos de inversión con un año objetivo. Y así debes solicitarlo en tu entidad bancaria. “Quiero un fondo de inversión con objetivo de disponer del capital en 2045 (año de tú jubilación)”. Y luego, exactamente igual, realizar aportaciones periódicas el día inmediatamente posterior al cobro de tus haberes. La cantidad, pues es obvio que cuanto más, mejor, pero para sentirte cómodo empieza con una cantidad que no te suponga un trauma. Te propongo sacrificar el valor de una noche de tapeo… Que, no te quepa la menor duda, recuperarás en el futuro.

Ya está. Así de sencillo. De inclinarme por alguna, lo haría por la segunda. Porque los fondos de inversión son algo más flexibles, permiten rescatar el dinero en más escenarios que los planes, y tienen más versatilidad de cara al futuro. Pero si te conoces, y eres de los que no van a ser capaces de mantener la constancia… un plan de pensiones te dejará el dinero lo suficientemente atrapado como para que no tenga otro destino que no sea el de mejorar un poco tu jubilación.

Cuando te sientas cómodo con tu plan o fondo, verás cómo eres tú el que decide incrementar la aportación.

Como verás, en ninguno de estos escenarios tendrás que conocer nada sobre valores, cotizaciones, etc., etc., etc. Eso tiene un precio en forma de comisiones, pero interprétalo como el precio que pagas por despreocuparte de todo menos de realizar la aportación periódica. Está claro que hay otros métodos, tal vez mejores, tal vez peores, pero si no quieres complicarte, siempre será mejor optar por uno que no hacer nada y seguir con el “Tengo que hacer algo”.

Aplica uno de estos dos métodos, y dentro de un par de años no dejes de pasarte por aquí a contarme cómo te ha ido. Y, ya lo verás, sé lo que me vas a contar: te tirarás de los pelos por un solo motivo: no haber empezado antes… porque, ¿a qué realmente te hace sentir un poco más (f)independiente?

Trescientos mil €uros… y una pistola. (Ahorro vs. Inversión).

   En nuestro afán de llegar a la meta con algo más que la mísera pensión –si existe entonces- que te quede después de años y años trabajo, habremos podido optar por tres caminos.

  • No haber hecho nada. Ni ahorro, ni inversión. Ni nada. Supongo que tu vida habrá sido una satisfacción absoluta, un disfrute continuo, un no parar de placeres… pero ¿realmente merecía un final así? Y, a partir de ahora, esto, ¿cuánto dura?… Cualquier tiempo pasado fue mejor. Bienvenido al infierno.
  • Bien lo conseguiste. Has ahorrado trescientos mil €urazos (€300.000), Enhorabuena. ¿Cuántos años tienes? – 67. Bien… y ¿Cuántos años más piensas vivir? Pues… ni idea. Bueno, 20 no estaría mal. Cascar con 87 y sin mucho ruido podría estar bien. Podría ser antes… pero también después.

   ¿Entonces?. Pues eso, trescientos mil €uros, y una pistola. Los 300.000, a dividir entre 20 años, a razón de 12 pagas al año. Son 15.000 €uros al año. 1250 €uros al mes.

   Vaya. No suena tan bien. Y si el destino encima “te juega una mala pasada” y le da por que vivas hasta los 93. 6 años más. 26 desde la jubilación. ¡Uffff! 11.538€ al año. Eso son 961 €uros al mes. Mileurista a la vejez. Pues vaya plan. Bueno, son a sumar a la pensión del estado… la cosa no está TAN mal.

   Y después… pues es donde entra en juego la pistola. Si vives más, mejor usarla, por muy bien que estés… porque cada año “de regalo”, pasa una enorme factura a la calidad de vida de los años anteriores. Y debe ser durísimo ver como cada año que pasa, la bolsa va menguando y menguando… cada año… y cada año que pasa, tengo que ajustar el presupuesto… y… llega un día en que se acaba… ¿Dónde decías que estaba la pistola?

   Ahora, párate a pensar: ¿crees que serás capaz de llegar a tener 300.000 €uros contantes y sonantes antes de los 67? Estos cálculos ya te los dejo a ti. No te asustes demasiado.

  • Ahorro + Inversión. Bien lo conseguiste. Has ahorrado trescientos mil €urazos (€300.000), pero además, los has invertido. Enhorabuena. ¿Cuántos años tienes? – 67. Bien… y ¿Cuántos años más piensas vivir? Pues… ni idea. Bueno, 20 no estaría mal. Cascar con 87 y sin mucho ruido podría estar bien. Podría ser antes… pero también después.

   Y ¿Cuánto dices que te rentan esos 300.000 Euros al año? – Un 3,54% (para éste cálculo he utilizado la rentabilidad por dividendo del IBEX35 en el mismo momento de escribir este artículo). Eso significa un retorno anual de 10.620€. Eso son 885€uros al mes. Mileurista a la vejez. Pues vaya plan. Bueno, son a sumar a la pensión del estado… la cosa no está TAN mal.

   Eso sí, con altibajos, estaré percibiendo esta cantidad INDEFINIDAMENTE. Me he ahorrado unas cuantas preocupaciones y una gran angustia acumulativa año tras año. ¡Ah!… ¡y una pistola!


   Todos estos cálculos habría que matizarlos después con los datos de la sinvergonzonería del estado, la inflación, etc, etc… pero como estos factores afectarían a los tres escenarios por igual, he optado por obviarlos por una cuestión puramente didáctica. Ruego me disculpéis y comprendáis mi objetivo.

   Y como colofón, aportaré un alivio más: para el cálculo final, tal como he comentado, sólo he utilizado la rentabilidad por dividendo del IBEX35. Pero recordemos que el montante principal, los 300.000 €uros, en este último caso, NO se tocan. Lo que quiere decir que seguirá “bailando” al ritmo que marquen los mercados. Con una rentabilidad histórica próxima al 6%, en el momento de escribir este artículo…

  Y ahora, tú eliges. ¿Cuál crees que es la opción más (f)independiente?

El valor de una noche de tapeo.

   Nadie nos ha preparado para conseguir crear un patrimonio, incrementarlo, mantenerlo y poder llegar a disponer de él en caso de necesidad.

   Nadie. Porque a nadie, excepto a quien tiene un poco de inquietud sobre este asunto, le interesa.

   Pero para eso estamos aquí. Precisamente para eso. Para llevar la contraria a un modelo social que ha caído en un consumismo absurdo, y al que nadie quita la venda de supuesto bienestar que le tapa los ojos. No soy pesimista. Pero veremos qué pasa de aquí a unos años: Tú te equivocas, yo me equivoco.

   A la hora de alcanzar la independencia financiera -vertiente económica de la (f)independencia- es necesario matizar el término con una dosis de realismo: llegar a ser completamente independiente, financieramente hablando depende de bastantes variables, que deben de confluir para llegar a un resultado exitoso.

  • Cantidades que se pueden aportar.
  • Tiempo que tenemos por delante.
  • Periodos de Alzas o bajas del mercado.
  • Y lo más volátil de todo… las bonanzas o desventuras de la vida misma, que nunca sabemos qué nos depara a la vuelta de la esquina.

   Así, aquí no venderemos un sueño de independencia financiera, sino de alcanzar un determinado grado de la misma. Y me explico: con 20 añitos, la vida por delante y el modelo de ahorro/inversión interiorizado y llevado a la práctica tempranamente, pues la verdad, el porcentaje de éxito del plan crece muchísimo. No son necesarias grandes aportaciones, hay mucho plazo para ser constante por delante, y pasarán cosas en la vida… que váyase Vd. a saber. Pero lo dicho, es probable que al final del camino laboral, se pueda llegar a vivir de las rentas.

   Con 40, la cosa se complica, ya no hay tanto tiempo por delante y se ha limitado bastante el efecto del interés compuesto, que obra milagros –para bien o para mal- sobre el dinero. En este escenario, puede que sin deudas importantes por delante, y siendo constante en las aportaciones, … pues bueno, seamos realistas, se llegará… a lo que se pueda. ¿Independencia financiera?.. Pues no del todo… pero sí una mejora en la calidad de vida. Puede que lleguemos a que si la cuantía mensual de nuestra pensión es de 1000€ (y ya lo dudo, porque el sistema se pensiones está condenado), podamos completarla con otros 300€, cada mes. Es la diferencia entre estar, y estar mejor. Porque bien… en ninguno de los casos (créeme, que cuando escribo cifras suelo tener en mente el poder adquisitivo del dinero en el futuro, que para que te hagas una idea, viene a perder el 50% de su valor cada 20 años).

   Con este enfoque, verás que no soy pesimista, sino todo lo contrario. No sé si tienes 20, 30, 40… o incluso más… pero siempre se puede hacer algo, algo para vivir mejor.

   Dicho esto, y retomando el asunto de esta entrada, para llegar a la meta es evidente que hay que “poner la carne en el asador”… y cuanto mayor eres, más carne habrá que poner. Si has tenido la suerte de leerme pronto, enhorabuena, futuro millonario, con poco esfuerzo y mucho tiempo lo tienes todo ganado. Si ya eres más talludito, interioriza esto: menos es más. Parece una contradicción, pero te lo explico rápidamente: a cierta edad, y acercándose al ahorro/inversión con algo de cabeza por primera vez, uno comprobará que tiene limitada la capacidad de maniobra: obligaciones familiares, hijos tal vez, pagos de colegios, cierto nivel de vida…

   No lo critico. Es lo “normal”. Pero recuerda que hay que cambiar el paso. Y ese cambio empieza por tu relación con el dinero. Lo primero que necesitas hacer es quitarte el dinero de en medio. “Billete cambiado, billete gastado”, que decía un hombre sabio. Y debes quitártelo ANTES de llegar a disponer de él. No hay otra manera. Luego ya veremos cómo “moverlo”.

   Tu nuevo enfoque pasa por gastar un poco menos, para llegar a obtener más.

   Y aquí, hay que establecer una balanza. Los tacaños y roñosos nunca me han caído bien.

   Verás que no pido demasiado: ¿qué cantidad te comprometes a hacer desaparecer de tu cuenta el día 1 de cada mes? Sé valiente. Y no exageres con algo que no vayas a poder cumplir.

   ¿50€? No es mucho. Seguro que pensabas en mucho más. Confiesa. Es el equivalente a una noche de tapeo no planificada. Un pequeño sacrificio. Pero ya verás que esos 50€ al mes van a construir una base que, aunque a día de hoy no te lo creas, pasará a formar parte de tu vida, de tu nueva vida… (f)independiente.

   ¿Y qué hago con esos 50€? Pues abrir una cuenta, meterlo ahí, y esperar otros meses. Y cuando durante 4 meses hayas sumado 50€, tendrás 200€. Eso es ahorro. Y esos 200€ los pondremos a “bailar”… durante años. Y eso es invertir.

   Y vuelta a empezar.

   Y no te asustes, que verás que no es complicado. Eso es lo que piensa casi toda la gente. Los que sin tener ni idea, sin haber leído una palabra, sin haber experimentado nada, te dirán “eso es arriesgado”, “vas a perder tu dinero”…

   Pero yo te voy a hacer una pregunta para hacerte reflexionar: ¿cuánto de tu dinero recuperas tras tu noche de tapeo?. Conozco la respuesta: NADA. Pues es es lo que te pido, que cambies el chip, y cuando retires esos 50€, te los lleves mentalmente a “gasto”. Porque es así, aunque estén ahí, gastados están. Como la noche de tapeo. Pasó. 50 €uros menos.

   La diferencia va a ser muy ligera: el el primer caso, pagabas unas cañas, y un tapeo. En el segundo, nos vamos a regalar un producto financiero, con la esperanza no de que se quede en una noche e tapas, sino de que se tire “bailando” por los próximos 10 años… como poco.

   Y ya verás… porque además no me cabe duda de que te las vas a apañar para sacar otros 50€ de donde sea… ¡y seguirás disfrutando de tu noche de tapeo!

Cambiar el paso.

   Creo que ya he comentado en alguna ocasión que si haces lo que los demás, llegarás a formar parte de esa masa común que se deja llevar por la inercia.

   Párate a pensar: llevas toda la vida haciendo lo que se supone que debes hacer… y ¿qué has conseguido?

   No me malinterpretes. Cada logro en tu vida tiene todo el mérito del mundo. Pero sé crítico contigo mismo: cada logro es muy similar al logro conseguido por el común de los mortales. Somo s legión… La inercia, otra vez.

   Cambiemos el paso. Hagamos las cosas de manera diferente:

   “Lee mucho, y vivirás como pocos”.

   Habla con la gente que te rodea. Y, a la vez, cuestiónate su existencia… no sin antes cuestionarte la tuya, claro. ¿Qué logos? ¿Qué éxitos? ¿Qué fortuna? ¿Qué meritos?

   Casi todos iguales. O parecido. Y fíjate, en sus costumbres:

   ¿Ven la TV o leen?… ¿Qué leen?… Verás que la TV no me interesa demasiado. No digo que no tenga un 1% de interés… pero ante un libro… Libro 10, TV 0. Goleada.

   ¿Les forman o se forman?… ¿En qué se forman?…

   ¿Viven o sobreviven?…

   ¿Ahorran o no?

   ¿Invierten?

     …

   Y si te has hecho antes las mismas preguntas… y has sido un poco auto crítico… verás que no hay demasiada diferencia…

   Por eso hay que cambiar el paso… porque si no lo cambias, la inercia te arrastrará.

   Lee.

   Fórmate.

   Vive.

   Ahorra.

   Invierte.

   Si nos fijamos en los tres pilares de la (f)independencia, en esos tres ámbitos hay que cambiar el paso:

   En el ámbito de las habilidades técnicas, lee, mantente informado, se voraz con la información y estate a la última… ¿Cuál es la tendencia?¿qué viene?¿qué sé vá?. Adáptate y asume nuevos retos. “Nadie nace aprendido”. Asume el reto de poder encontrarte con algo que te guste o te sorprenda… porque si no lo haces, seguirás exactamente como estás. Saca tiempo, es el precio. Y no dejaré de decir que el tiempo es lo más valioso del mundo. Más que el dinero, no lo dudes. Así que es un alto precio, pero verás que merece la pena.

   En el ámbito de las habilidades interpersonales, más de lo mismo. No dejes de aprender. Y experimenta: ahí fuera está el mejor laboratorio del mundo para experimentar en este campo. Sé de esas personas que hacen pro recordar los nombres, que estrechan la mano con decisión, que miran a los ojos, que sabes decir “no lo sé” pero que luego son ávidas a la hora de tapar esa carencia. Aprende a hablar en público. Y habla en público. Una vez más nadie nace aprendido. Esto que suena tan ambicioso, puede ser tan sencillo como una imitación. Busca un discurso que te guste, y visualízalo una y otra vez. Apréndetelo. Y luego, hazlo tuyo. Moldéalo para decir lo que tú quieres. Muchas expresiones verás que servirán. Así, poco a poco, podrás pasar de ser un mero hablador, a conseguir transmitir lo que piensas. Y ahí hay un salto cualitativo muy importante. Y con este poder (que lo es), podrás negociar con otro punto de vista.

   En el ámbito financiero… ¡adivinaste! Más de lo mismo. Deja de hacer lo que todo el mundo, que ricos no hay tantos, y por algo será. Primero aprende, y luego pon en práctica. Selecciona muy bien de quién aprender, porque como te digo, ricos no somos muchos. Pero la mayoría de los que lo somos no es por casualidad. Aprende las reglas del dinero y su funcionamiento, que te digo desde ya que no son demasiado conocidas. Y haz lo que pocos hacen como pocos lo hacen: ahorra e invierte. Largo plazo. Olvida el dinero rápido. No digo que no exista, pero es una de esas reglas que “el dinero que rápido viene, rápido se va”. Compra barato y vende caro. Así de simple. ¿Cómo? Pues si te estás formulando esta pregunta, la respuesta la tienes en el título de esta entrada. Cambia el paso: compra cuando todos venden. Y… sencillamente… intenta no vender nunca. Un rico de verdad, como es Warren Buffet, es lo que dice hasta la saciedad…

   Sé que ésta es una entrada densa. Lo es. Puede que no arroje demasiada luz sobre “cómo” llevar a cabo todo esto. Caso seguro. Me quedaré con una respuesta que me des: ¿te he convencido de que si haces las cosas como el resto, obtendrás sus mismos resultados?

   Así que llegado a este punto, puedes hacer dos cosas: seguir al paso que marca el pelotón… o cambiar el paso.

   Lo único que hay que tener es coraje. Cambia el paso.

Yo, mi, me, conmigo.

La vertiente financiera de este proyecto, a diferencia de otros, no requiere socios.

Como he comentado en alguna ocasión, yo ya he pasado por esto antes. Y sé lo que supone esa búsqueda de un socio solvente, a todos los niveles: un socio que aporte conocimiento, sabiduría, ideas, esfuerzo, y a ser posible, que además sea financieramente sólido. Básicamente, que aporte lo mismo que yo. Y si no me lleva la contraria, pues mejor, porque la idea original era mía.

Y encontrar este socio, que te apoye en el proyecto, y comparta éxito o fracaso… es tarea difícil.

Tan difícil, que el proyecto no llega a materializarse nunca… esperando.

Bueno, pues para tu proyecto financiero voy a darte 2 noticias, cara y cruz, una buena, otra mala.

La mala, cuanto antes se pase el trago mejor: para esto, estás solo. Lo siento, Juan Palomo.

La buena: para esto, estás solo. Enhorabuena, Juan Palomo.

Así de sencillo.

Y tu solito vas a ser capaz de prosperar. Ya lo verás. Te repito que yo ya he pasado por esto antes.

Y sé lo que se siente.

Pero al final del camino, vas a conseguir haberte distanciado de la manada, que va por inercia, que no se cuestiona pasado, presente ni futuro… Así es. Porque la vida tiende trampas en las que es fácil de caer. Muchas de ellas, siento decírtelo, por creernos menos que el de al lado, y esperar a ver su movimiento para replicarlo inmediatamente… y así, no equivocarnos solos.

Siendo decirte, Juan Palomo, que aquí las decisiones las tomas tú.

Espero que entiendas que la (f)independendencia “no es cosa de varios”. Aquí mandas tú. De eso se trata. ¿Quién mejor que tú para controlar tu (f)independencia?

Con el tiempo, descubrirás la belleza intrínseca de todo esto… y el mérito será sólo tuyo. Y al contar tu experiencia, la forma de pronombre personal que más uses será la primera persona del singular: yo, mi, me, conmigo.

Ahora entiendes el título de esta entrada.

Hablarás, sabrás, decidirás y actuarás por ti mismo. Pocas personas pueden permitirse ese lujo. Te lo aseguro. Y la satisfacción que eso proporciona… ¡ahhhhh!…¡¡¡es enorme!!!

Tal vez pueda transmitirte algo de esta sensación Edmond Rostand en boca de Cyrano de Bergeracq:

<< En cambio… ¡oh, dicha, vencer
gracias al propio heroísmo,
fiando solo en ti mismo,
pudiendo siempre a placer
himnos de gloria entonar
o denuestos proferir,
soñar, despertar, sentir,
lo que es hermoso admirar;
tener firme la mirada,
la voz que robusta vibre
andar solo, pero libre,
ponerte, si ello te agrada,
el sombrero de través,
por un sí o un no batirte,
hacer versos o aburrirte,
ser arrogante o cortés
no escribir nunca, jamás,
nada que de ti no salga,
y, modesto en lo que valga,
pensar que otro vale más;
¡y contentarte por fin,
con flores, y hasta con hojas,
como en tu jardín las cojas
y no en otro jardín!…
En resumen: desdeñar
a la parásita hiedra,
ser fuerte como la piedra,
no pretender igualar
al roble por arte o dolo,
y, amante de tu trabajo,
quedarte un poco más bajo,
pero solo, siempre solo.>>

Bueno, ¿eh?.