Nos quieren impacientes.

«Nos quieren impacientes» es una entrada escrita por Ernesto Bettschen. 


   “Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”.

   Así define el diccionario de la Academia de la Lengua Española el término “Paciencia”.

   Esa que en estos tiempos empieza a ser una cualidad humana escasa. Y no sin motivos.

   Pero ahondar sobre éste término, puede que nos dé alguna interesante pauta sobre nuestro comportamiento.

   Uno, que aunque esté y se sienta como un chaval pero empieza a ser perro viejo, percibe que los tiempos que corre son “anti-paciencia”. No sé si es simple percepción (acertada o no), o que realmente todo cada vez vaya más rápido. Me temo que la segunda opción gana puntos sobre la primera.

   Lo cierto es que, cada vez más, queremos todo más rápido. Y nos pasa con todo: queremos recibir nuestro pedido más rápido (hace poco un par de días nos bastaba, ahora ya, el día siguiente es la realidad), y con todas las facilidades del mundo para satisfacer nuestro ansia cuanto antes: si no llego yo, vendedor, te ofrezco que vengas a buscarlo tú… Y así, satisfacemos «nuestros» deseos en pocas horas… El tuyo, de comprar. El mío, de venderte… cada vez más. Cada vez más rápido.

Es la droga del S.XXI y los comerciantes (los que se subieron al tren tecnológico y conocen nuestro perfil con un detalle mayor incluso del que nosotros tenemos de nosotros mismos) lo saben. Nos quieren impacientes. Quieren un deseo satisfecho en horas, porque eso significa que el siguiente deseo insatisfecho ya estará fraguándose.

   Y esa impaciencia termina por contagiar la conducta: ¿cómo convencer a un niño para que dedique tiempo a leer un libro, si una consola le produce un “chute” de emoción casi instantáneo sin tener que esperar a componer un escenario, presentar unos personajes y , al fin y al cabo, recorrer muchas páginas con la vista? Demasiado tiempo. Mejor el crío se echa una partidita.

   Nos hemos convertido en impacientes. Somos víctimas de la cultura de la “inmidiotez” (el término es mío). Queremos mucho, cada vez más, y lo queremos ya.

   El pilar financiero de la (f)independencia también se ve afectado por este mal y cada vez se vende más y mejor el uso del “trading” como la panacea del enriquecimiento rápido. Para qué hacer un plan y mantenerlo en el tiempo… Mucho más fácil el beneficio rápido, la emoción, el riesgo… Desde luego, suena mucho más apetecible… pero luego está la realidad: la mayoría de la gente sale “escaldada” del mercado financiero por haber intentado un “pelotazo”…  Y después del fracaso, tampoco se han parado a reflexionar sobre qué se ha hecho mal… Y simplemente queda esa afirmación de que invertir “es muy arriesgado”.

   La buena noticia es que simplemente ser conscientes de esto, se puede poner orden en algunas cosas: combatir el impulso comprador, priorizarlo (¿qué es lo que realmente me gusta?¿son cosas “materiales” o mis mejores recuerdos son de “experiencias”?). Y seamos coherentes: una buena experiencia… ¿también deseamos que termine rápido?

Menos cosas. Más experiencias.

Un buen plan a largo plazo, permite disfrutar experiencias por el camino… que disfrutar el día (con experiencias, no hacen falta demasiadas cosas), no está reñido con tener un plan a largo plazo.

Así que ya sabes, “si quieres (f)independencia, ejercita la paciencia”. 😉

P.D.- Lo sé, querido lector, una entrada rara… Creo que tengo sobredosis de ordenador…