«Con los números en nuestra contra» es una entrada escrita por Ernesto Bettschen.
En alguna ocasión he mencionado por aquí que en el mundillo de los buscadores de independencia financiera hay un factor determinante que eleva las probabilidades de su éxito: el convencimiento.
Yo lo tengo. Pero siendo racional, llego a la conclusión de que sólo ese convencimiento no es suficiente para sacar adelante el plan. Además, hace falta un poco de conocimiento (muy poco), mucha determinación, y sobre todo, eliminar el “ruido del ambiente” que trata de apartarnos de nuestro plan, o de viciarlo…
Algunos números no nos dan la razón: por ejemplo, es bastante desolador ver que si una inversión de 1000€ sube un 10% para caer luego otro 10%… nos deja peor que al principio. Los primeros 1000€, tras la subida, sumarían 1100€, pero con la bajada… se quedarían en 990€. Y si le damos la vuelta al escenario, tampoco salimos muy bien parados: si perdemos un 10% y luego lo volvemos a ganar… también salimos mal: los 1000€ iniciales se quedarían en 900€ y tras la subida se quedarían en 990€. ¡Vaya plan, oiga!
Y luego, está la erosión que suponen las comisiones de compraventa de activos, por un lado, y la voracidad recaudatoria del estado, que sólo si ganas quiere participar de la “fiesta”…
Pero aun así, algunos (no demasiados), exprimimos los números, trazamos un plan viable, y nos atamos a él cuando todas las señales indican que lo contrario es más prudente… y que el camino es demasiado largo y frágil como para que todo salga medianamente bien. Pero ahí seguimos.
Para dar un poco más de emoción al asunto, el “terreno” sobre el que nos movemos, tampoco es demasiado favorable… Comisiones, inflación, volatilidad… y un nada cierto que hace que cualquiera sin ese convencimiento y determinación nos mire como fuéramos locos. Eso, y lo que yo denomino el “ruido del ambiente”, que no es más que la infinidad de señales que se generan cada día… y que al final, poco o ningún fundamento tienen, porque en el corto plazo, nadie sabe qué va a pasar. Así, la prensa salmón y muchos blogs especializados en finanzas… no ayuda demasiado, presentando noticias (y en ocasiones augurios) que luego no tienen un reflejo real en el mercado. Siempre justificando con datos pasados por qué tal o cual escenario no se materializó…
También las personas, que nos persuaden de invertir. Muchas sin ni siquiera haber invertido un solo €uro en su vida más allá de una cuenta de colores con una “alta rentabilidad”, que dejó de ser tan alta (e incluso tan rentabilidad, si se tiene en cuenta la inflación) hace ya bastantes años. O con le vertiente de vernos como tahúres que nos jugamos los haberes en un casino global en el que estamos todos condenados a perder. O tratando de alejarnos del “maligno” mundo de las empresas, que es verdad que algunas tienen un “reverso tenebroso”, pero muchas, muchas otras generan empleo, tienen labor social, prestan servicios o crean productos que nos hacen la vida mejor. O contándonos la experiencia de Zutano, ese que contraviniendo toda lógica inversora puso todos sus huevos en el mismo saco y se arruinó en un periquete… (tal vez porque la historia de Mengano, que se tiró veintitantos años invirtiendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y con un pelín de lógica resulta bastante menos sensacionalista…)
Sin duda alguna, ser inversor es lo peor. Pero ahí seguimos.
Con todo esto encima de la mesa y en nuestra contra… ¿por qué unos pocos seguimos convencidos de que la inversión mejora sustancialmente nuestras vidas?…
¿Por qué?
Yo puedo dar una razón… o, mejor dicho, una simple opinión: con todos esos números en nuestra contra, hay uno que nos permite apoyarnos en él: el mundo crece. La población aumenta… Y consiguientemente, a un nivel global, consumimos más. Y tras ese consumo están las empresas. Y entre ellas, las cotizadas y todo el mundo de la inversión, que se mueve con ese trasfondo de crecimiento global. Lento pero constante.
Así, nuestro modelo inversor (por lo menos el mío) debe ser consecuente: lento, pero constante. Al fin y al cabo… tampoco puedo permitirme otra cosa 😉
Y con todo… a los inversores nos queda siempre esa incertidumbre de ¿qué pasará?…
Los matemáticos y los físicos, cuando un problema no llega a la solución exacta, tiran de trucos y formulan la solución dejando una pequeña parte sin resolver… implícita en la solución (ese diferencial de X de las integrales… que es lo que hace falta para llegar a un resultado coherente)…
Así que, como hacen los matemáticos y los físicos, determinaré que para tener éxito en la inversión, hay que tener un mínimo de conocimiento, convencimiento, determinación, constancia, y d(x)… o sea un puntito indeterminado de locura.
P.D.- La tesis del crecimiento global, mejor que yo la cuenta Paramés en su libro “Invirtiendo a largo plazo”. La idea de utilizar d(x), se la debo a una sobremesa con JPP y EADV, con los que aprendo mucho y de la manera más amena.