“La muerte del trabajo tal como lo hemos conocido” es una entrada escrita por Ernesto Bettschen.
Ser padre es uno de esos hitos vitales que dan un giro a la vida de cualquiera. Cualquiera que haya pasado por ello sabe a qué me refiero. Los que no, podrán imaginarlo, aunque me temo que la realidad supera con creces cualquier expectativa.
En cualquier caso, creo que sí es fácil imaginar el aumento de las satisfacciones/preocupaciones que el “equipaje” familiar conlleva (el término “carga” lo encuentro algo peyorativo, el equipaje se lleva casi siempre voluntariamente). Y como parte de las preocupaciones que pueden pasársele a cualquier padre o madre por la cabeza está, como no pude ser de otra forma, el futuro de sus hijos.
Sobre este aspecto quiero dejaros por aquí mi especulación personal sobre el escenario que creo puede materializarse más a medio plazo que a largo…
El trabajo, tal como lo hemos conocido, se ha acabado. Ha muerto. Creo que no soy capaz de imaginar el futuro la continuidad del sistema actual. Un sistema que empieza a notar síntomas de agotamiento… Creo que en alguna ocasión he intentado transmitir desde estas mismas páginas que donde todo el mundo veía una crisis económica, unos cuantos veíamos un cambio de modelo económico, y este “no terminar de salir de la crisis” forma parte de él.
Sinceramente, ¿podemos esperar para nuestros hijos puestos de trabajo como los hemos conocido nosotros? ¿Contratos indefinidos? ¿Una nómina? ¿Un puesto de trabajo “fijo” al que acudir? El cambio creo que ha empezado a hacerse visible: ahora se trabaja casi desde cualquier lado: la irrupción de la tecnología y la conectividad entre las personas permite un esquema mucho más dinámico para todo. Más dinámico, más productivo, más eficiente… pero mucho más volátil.
Si nos paramos a pensar… el conocimiento y la manera de hacer de nuestros años de estudiante… ¿dónde han quedado? (¡Uf!, me siento MUY mayor viendo mi primer trabajo hecho con una máquina de escribir). ¿Cómo ha evolucionado? Creo que no hay ningún área de conocimiento que se haya salvado de la disrupción (más que irrupción) tecnológica.
Pero ya no es sólo eso. Si miramos a un pasado más reciente, correremos el riesgo de sorprendernos de lo efímeras que son las cosas del siglo XXI. Las tangibles, y las intangibles.
Vivimos en una época en la que casi cualquiera que tenga acceso a internet puede resolver situaciones antes reservadas a especialistas: desde arreglar un electrodoméstico viendo un tutorial en YouTube, a realizar algún trabajo más complejo siguiendo un tutorial, o reutilizar el conocimiento obtenido en una web especializada como punto de partida para una nueva investigación. El conocimiento se apoya ahora en un conocimiento previo, compartido y accesible casi inmediatamente… que nos otorga un punto de partida con ventaja, para todo. Y casi en cualquier materia.
Con este punto de partida ventajoso, ¿Quiénes serán los profesionales más buscados?, ¿los que acumulen gran cantidad de conocimiento o técnica?… ¿o los que sepan buscar ese conocimiento o técnica rápidamente… y cambiar también rápidamente de una disciplina a otra?
Lleva ya acuñado algunos años el término “knowmads”: un juego de palabras que viene a tratar de definir a las nuevas generaciones de estudiantes y profesionales como “nómadas del conocimiento”, precisamente para designar ese perfil que vive en un cambio constante, adaptándose a él, saltando de un área de conocimiento a otra… y entiendo que también, de un trabajo a otro.
Con esto en la cabeza, enfrento nuestros métodos de ahorro e inversión a los que un trabajador “nómada” puede permitirse… El ahorro periódico y sistemático se vuelve complicado con la “volatilidad laboral”.
Pero todo va a la par… Y la inversión tampoco se libra de la disrupción digital: tal vez la solución de nuestros hijos pase por utilizar sistemas automáticos de inversión o “robo advisors” para gestionar su economía.
Con todo esto, tampoco podemos pretender que la educación de los hijos siga igual. Si queremos prepararles para el siglo XXI será cuestión de ponerles delante lo que seamos capaces de anticipar que les espera. El mundo está cambiando y también los términos que definen lo que está pasando (“disrupción tecnológica”, “knowmads”, “gentrificación”, “gamificación”… “robo advisors”, “community manager”, “YouTuber”, “viral marketing”…). Tal vez un buen comienzo sea conseguir entender y emplear su mismo lenguaje, con lo efímero de su contexo y plazos, y toda esta volatilidad que empieza a ser frecuente en casi todo de nuestro mundo.
… y tal vez así, consigamos añadir a éste particular diccionario el término (f)independencia. 🙂