«Gestión Activa vs. Gestión Pasiva… desde la experiencia» es un artículo escrito por Ernesto Bettschen.
Últimamente veo un interés especial en contraponer el modelo inversor de gestión activa frente al cada vez más popular modelo de gestión pasiva.
Creo que haber estudiado y llevado a la práctica ambos modelos confiere a mi opinión un valor que no he encontrado en los muchos artículos que he leído sobre el tema.
Para realizar un poco mejor este análisis, deberíamos definir un poco más en profundidad qué es lo que estamos comparando, porque hay muchas formas de gestión activa, y tantas otras de gestión pasiva.
En el caso que nos ocupa, yo voy a entender como gestión activa la llevada a cabo por gestores de fondos de inversión, que componen sus fondos mediante la selección y rotación periódica de los valores que componen su cartera. Esto mismo podría extrapolarse al inversor particular que decide crear su propia cartera de acciones, seleccionando y rotando periódicamente dichos valores.
Por gestión pasiva, en este caso, entenderé la que se apoya en una selección de fondos indexados, sin más gestión que la del rebalanceo que debe aplicarse en caso de que la cartera se descompense debido a las fluctuaciones del mercado.
Con sólo estos datos, tratar de enfrentar ambos modelos y obtener verdades absolutas resulta harto difícil, pero sí que, en base a la experiencia, podemos anticipar algunas conclusiones.
La rentabilidad obtenida (dato en el que hacen mucho hincapié casi todos los análisis que he leído) no es un dato relevante. Ambos modelos pueden hacerlo mal o bien, dependiendo de su contenido. (¡Pues vaya “ciencia” de andar por casa, ¡oiga!). También la rentabilidad varía dependiendo del plazo. Pero no perdamos el foco de que lo que realmente estamos comparando es la gestión, y aquí es donde mi análisis se despega de los demás.
Centrados en la gestión, es evidente que una cartera de fondos indexados es muy fácil de confeccionar. Con unos pocos fondos de este tipo podemos cubrir prácticamente la economía del planeta entero. Y esto proporciona un altísimo grado de diversificación. No digo con esto que mediante fondos de gestión activa no pueda lograrse un alto grado de diversificación, pero creo sinceramente que no al nivel que proporcionan los fondos indexados. Por poner un ejemplo, el índice MSCI North America lo constituyen 723 valores en el momento de redactar este artículo.
Llegar a este nivel de granularidad con fondos gestionados activamente o acciones, es simplemente ineficiente: ya sólo las comisiones de confección de la cartera lo vuelven inviable.
Por otra parte, la gestión pasiva simplifica mucho el proceso de elección de activos. Con un fondo indexado se proporciona un “lote” que se gestiona automáticamente según varíe el contenido del índice que el fondo replica. Está claro que una buena selección de acciones o de fondos de gestión activa pueden batir con creces en rentabilidad a un fondo indexado, el problema reside en dar con esa combinación ganadora de acciones o fondos… y más todavía si la inversión se mantiene a largo plazo. En un plazo de 10 años, casi el 90% de los fondos gestionados activamente no baten a su índice de referencia. Si el plazo aumenta a 15 años… sólo un 4% pasaría la prueba…
Los costes también son importantes. Siempre lo son. Dar cifras de rentabilidad “bruta” no tiene ningún sentido. Un fondo (cualquiera, indexado o no) con buen desempeño, pero lastrado por unos costes elevados y con el peso de la inflación añadido, puede estar generando pérdidas. Sucede que los fondos de gestión activa tienen un coste total que suele ser más elevado que el de los fondos indexados. Hablamos de una proporción nada desdeñable: la gestión activa parte de un punto que ya es hasta tres veces más caro que el de la gestión indexada. Para afirmar esto, basta con ver la carga de comisiones de ambas gestiones: un fondo indexado al mercado norteamericano, europeo o asiático tiene una comisión total de un 0,30% o 0,35% anual. La gestión activa más barata cuesta encontrarla por debajo de un 1, 10%.
Tal vez esta enorme diferencia no se aprecie dando la cifra porcentual, pero si tuviésemos un millón de euros invertido, la comisión pasaría de 3000€ a más de 10000€… y con esos 7000€ que hay de diferencia podría montar cuchipandas, jolgorios y parrandas varias dignas hacernos sonreír en nuestro momento postrero…
Y una consideración adicional sobre los costes: muchos intermediarios del mercado de valores, cuando la inversión es en acciones, nos erosionan un poco más el patrimonio si no realizamos un número determinado de operaciones al año… y así, podemos caer en recibir comisiones de custodia de los valores, por cobro de dividendos, etc, etc, etc…
Mención aparte, aunque necesaria, requiere también el coste fiscal: mientras que los traspasos entre fondos (tanto de gestión activa como pasiva) pueden realizarse sin pagar peaje fiscal, la misma operación con acciones requeriría forzosamente una venta… que consolidaría un beneficio o pérdida, y el consiguiente pago a hacienda, si procediese. Es verdad que ese mismo peaje lo pagarán también los fondos al reembolsarse, pero la gestión pasiva hace que los valores que componen el fondo cambien sin tener que recurrir a la compra/venta de dichos valores. (Este mismo motivo es el que hace la gestión pasiva mediante ETFs algo menos eficiente que la operativa con fondos de inversión, ya que los ETFs no se pueden traspasar si no es mediante una venta con su correspondiente compra, pagando comisión por ambas operaciones y añadiéndole el peaje fiscal correspondiente).
Para cerrar el aspecto de los costes, indicar que reinvertir el dividendo de las acciones, incurre en el coste de la operación de compra correspondiente, mientras que los fondos, generalmente repercuten el dividendo al patrimonio del fondo, haciendo la operativa mediante fondos algo más eficiente.
Así que como fruto de este análisis, podemos concluir que en el largo plazo (10 años o más), casi siempre será más ventajosa una gestión pasiva basada en fondos indexados que la gestión mediante fondos de gestión activa y la gestión de una cartera de acciones: por diversificación, por costes asociados y, como consecuencia final de todo ello, por rentabilidad. Y la probabilidad de dar con una cartera de acciones / selección de fondos (de gestión activa) que lo supere es de 1 contra 10.
En contrapartida, la inversión en fondos indexados es sumamente aburrida. Tanto que casi todos los inversores pasivos no podemos evitar alegrar un poco la fiesta con una cartera de acciones… que nada nos impide quedarnos con lo mejor de los dos mundos.