“Diversificar”. Un sólo término que parece contener toda la ciencia que requiere aventurarse al mundo de la inversión…
En muchos casos, es el único consejo que muchos “expertos” son capaces de dar, casi siempre con una más que manida frase que de repetida y escuchada ha perdido su propia esencia: (has acertado, es esa) “No pongas todos los huevos en la misma cesta”.
Y parece ser que eso es todo. Una garantía corroborada por una fórmula de éxito sin ninguna otra matización… que se me antoja más que necesaria. Y por eso, esta entrada, dedicada al término, y a todo lo que a mi humilde entender significa, y que abarca mucho más de lo que nos dan a entender normalmente.
Efectivamente, “diversificación” se refiere a los activos. Está claro que cargarse de acciones de una única compañía, concentrando todo nuestro capital invertido en ella, nos pone en una situación de riesgo bastante interesante. Da igual que la compañía sea solidísima… que lleve pagando dividendo 100 años seguidos sin interrupción… Como dicen por ahí… “Shit happens” y el que esté libre de alguna sorpresa que tire la primera piedra. No necesariamente hace falta que una gran empresa quiebre… porque basta con que suspenda en dividendo para poner en situación comprometida la rentabilidad de una cartera. Este tipo de “anuncios”, además, suelen tener un desagradable reflejo en la cotización de las acciones, así que doble golpe a soportar.
De modo, que una diversificación de activos bien entendida pasa por tener acciones de muchas empresas sólidas, con historiales de reparto de dividendos consistentes en el tiempo (el dividendo es como los exámenes para los estudiantes, un momento en el que hay que rendir cuentas ante los inversores, y la empresas más sólidas son precisamente las que no “pinchan” sea cual sea el ciclo de mercado que toque en cada momento.). El eterno debate es… ¿Cuántas empresas diferentes debo tener para considerar una cartera bien diversificada? La respuesta, casi vendrá sóla… pero el final de éste artículo…
Una opción interesante para diversificar es utilizar fondos de inversión, pero buscando también aquellos que contengan una buena diversificación interna. Yo, personalmente, me inclino por los indexados (que replican un índice completo), por que cumplen muy bien con este cometido.
Y dentro de esta diversificación de activos, es necesario hacer también una diversificación del riesgo de los mismos, componiendo nuestra cartera con mal llamados “activos de riesgo” (renta variable) y otros algo más seguros (renta fija). Utilizo esta nomenclatura, porque es la que se usa habitualmente, aunque discrepo absolutamente. Cualquiera que sea inversor (y no especulador), verá la bonanza de la renta variable en el largo plazo. Pero no cabe duda que una buena ponderación de ambos tipos de activo y si puede ser con respecto a la edad de cada uno, mejor. Una buena proporción, sería por ejemplo disponer de un porcentaje de 110 menos nuestra edad en Renta variable y el resto en renta fija, conservando como mínimo un 30% en renta variable para dotar de un mínimo de rentabilidad y alegría a la cartera. (P. ej.- una persona de 45 años, una buena distribución sería el 65% de la cartera en acciones o fondos de renta variable, y el 35% en bonos, depósitos u otros productos de renta fija).
De todos modos, con nombres como “activos de riesgo” no me extraña que la gente tenga pánico a poner un €uro en el mercado…
Pero la “diversificación” pasa también por una distribución geográfica. Pensemos que asumimos un riesgo “país” si depositamos toda nuestra inversión en el mismo mercado. Cargarse de muchas buenas compañías del IBEX35 nos ata a un solo mercado. Si expandimos nuestras fronteras de inversión, encontraremos muchas otras empresas extranjeras con historiales impecables de reparto de dividendos y solidez comprobada. Así, poco a poco, una cartera bien diversificada, debería tener acciones del mercado local… y de muchos otros. Mercados europeos, EEUU, Asia… y no dejará de ser interesante salir de compras por economías emergentes o el pacífico. Una vez más, los fondos de inversión facilitarán enormemente esta tarea. Una opción muy efectiva para ello pasa por componer una cartera de fondos tipo “Bogleheads”, que da en la diana de la diversificación geográfica.
Y siguiendo con nuestro particular ahondamiento en la definición de “diversificación”, debemos también prestar atención a la diversificación temporal. ¿De qué sirve todo lo anterior si componemos todo nuestro esquema en un mismo momento? ¿Qué nos libra de comprar en un momento de mercado supervalorado?…
Un único momento de tiempo nos puede deparar una sorpresa como la que se inició en 2006… y de la que no tengo claro que 10 años más tarde hayamos terminado de recuperarnos. Las compras de activos espaciadas en el tiempo, serán nuestro mejor aliado para evitar este tipo de sobresaltos. Si se compra en buen momento, bien… pero mejor comprar en malo… que sale más barato. La cuestión es que ni los mejores expertos saben qué hará el mercado… y lo que hoy parece barato, mañana resulta carísimo… Así que como se trata de hacer una cartera… compraremos periódicamente, y el resultado será una media de precios, tal vez menos efectiva que con ese “momento de compra” que muchos esperan… pero casi seguro menos arriesgado. No sólo por el riesgo de comprar caro… Porque quedarse sin comprar esperando un mejor precio, también debemos considerarlo un riesgo.
Y todavía cabe un grado más de diversificación: la diversificación de entidades / intermediarios / comercializadores. Trabajar con una única entidad bancaria, vuelve a suponer un riesgo. ¿Y si tu única entidad comercializadora / intermediaria hubiese sido Lehman Brothers?. Seguro que hubieses tenido más de un problema. Una entidad que sobrevivió a una guerra civil, a la crisis bancaria de 1907, al crac del 29, a una crisis desencadenada por escándalos en su papel de intermediador de bonos y a colapsos en hedge funds… no consiguió superar la crisis de las hipotecas subprime de 2008. Como he dicho hace un rato, “shit happens”.
Y por último, pero no por ello menos importante, me gustaría referirme a la diversificación personal. ¿De qué sirve todo lo anterior si a Tarzán se le rompe la única liana de la que cuelga?. Tarzán es listo: su liana es una maraña de muchas otras lianas… y no suelta una liana sin antes tener otra bien agarrada…
Con todo esto pongo en tu tejado la pregunta que dejamos sin respuesta al principio de este artículo: ¿cuántas empresas diferentes necesito para estar bien diversificado?… Pues si adoptamos el significado de “diversificación” anterior a esta entrada, bastaría con “unas pocas” (sí, lo de los huevos en la misma cesta), pero después de haber aguantado este auténtico sermón, espero que hayas cambiado tu respuesta… y veas la diversificación como una verdadera explosión de tu cartera. Tal vez en cientos de trocitos esparcidos por todo el mundo, cada uno con su tipo de riesgo, en varias entidades, esparcido a lo largo del tiempo…
Y no me cabe que si diversificas bien, estarás más seguro a la hora de alcanzar… ¡la (f)independencia!