Realismina 500 mg. ©.

   De un tiempo a esta parte veo… gente esperando.

   Y cada vez más.

   Después de haber dejado escritas por aquí unas cuantas reflexiones, me he dado cuenta de una cosa: resulta que la gente que ha decidido dedicarme su valioso tiempo… es precisamente la que ya tiene un plan, la que se mueve, la que sabe que hay que hacer algo… la que no está esperando.

   Pero es curioso: un día te encuentras a un antiguo conocido en el metro, y te cuenta eso de “quiero montar algo”. Y diez años después, otro día, la situación se repite: “Quiero montar algo”. Lo que me sorprende, es la ambigüedad de la afirmación y el contexto. La indefinición. El estado de embriaguez emprendedora que se ha instalado en todos… La falta de realismo.

   En pocas ocasiones, muy pocas, en ese segundo encuentro me topo con una respuesta inesperada: algo como “pues sí, monte una franquicia de estampado, pero una mala elección de socios, y el revés de una máquina estropeada demasiado tiempo echaron por tierra el plan”. No. Parece que el “quiero montar algo” es atemporal, ajeno a quien lo dice, y que simplemente “llega”.

   Tomemos una dosis de “Realismina 500 mg. ©”.

   – ¡GLUG!. (Hecho).

     Perfecto, ahora vemos el mundo con una dosis mayor de realidad.

   Papel en blanco. “Quiero montar algo”.

   Qué: (por poner un ejemplo): una tienda de estampado.

   Cómo: con un socio. Al 50%.

   Cuando: lo antes posible.

   Por qué: porque no quiero seguir como hasta ahora. (es un motivo como otro cualquiera).

   La Realismina 500 mg. sigue actuando. Y su efecto alucinógeno me hace ver un papel demasiado grande y demasiado blanco para tan poco contenido.  Tengo que seguir rellenando. Pero igual que con el “quiero montar algo”, parece que estoy embuclado…

   Que: una tienda de estampado. ¿Y eso qué es? Pues una local, con una máquina que permite imprimir fotografía sobre varias superficies (cojines tazas, calendarios, etc.).  Así que voy a necesitar el local con un gasto recurrente de 600€/mes + 100€ de suministros y la máquina, que cuesta la friolera de 75.000€.

   Cómo: con un socio, ya lo he dicho. Pero lo que no he dicho es que la sociedad se dividirá en 3 partes, una para cada socio y otra para la empresa. Que inicialmente aportamos los dos socios, pero que haremos partícipe a la empresa del beneficio. Que le daremos forma de SL con 3000€ pero que luego los podremos utilizar como capital de la empresa, y que dejamos bien claritos desde ya, ahora que nos llevamos bien, los términos de la disolución, por si vienen mal dadas.

   Cuando: lo antes posible… (la Realismina 500 mg. © sigue su curso, embriagando nuestra consciencia)… que va a ser que no. Actualmente trabajo por cuenta ajena. No gano ni para pipas. Con suerte, podría ahorrar 200€ al mes, y me quedo a dos velas. Eso, proyectado en el tiempo, me lleva a la friolera de 16 años ahorrando, para conseguir mi mitad: 40.000€ de los 80.000 que necesito. No quiero créditos, que ya tengo una hipoteca. Si quiero sacar esto adelante voy a necesitar un nuevo socio… y esos 16 años podrían ser sólo 10…

Por qué: porque tengo claro que no quiero continuar como hasta ahora…

   – “Quiero montar algo”. Sigo embuclado. Esta Realismina 500 mg. © tiene un efecto duradero. El papel blanco ya no lo es. Es una madeja de letras y números, cálculos, especulaciones… casi un plan. ¡Un plan!. Pero el papel… ¡tiene reverso! Un reverso virgen donde volver a dar otra vuelta, a ordenar todo… a reformularme de nuevo todas las preguntas para matar la ambigüedad…

   En resumen, para darme cuenta de que puedo hacer dos cosas: esperar a que el universo se fije en mí y materialice todo esto (y además con éxito) para mi… o apartar mis primeros 200€ este mismo mes, porque el camino más largo empieza con un simple paso… Sabiendo que me quedan por delante 10 años de trabajo para poder conseguir montar algo. Así de duro. Pero así de real. Eso sí. Después de esos 10 años… tendré algo “nuestro”, porque somos 3 socios. Pero sólido. Porque la base es sólida. Porque lo hemos hecho sin deudas. Y porque todo requiere un proceso que tenemos que llevar a cabo. Tenemos. Nosotros. No queda más opción que disfrutar del camino. Que al final, está el tesoro. Y además, por el camino pasan cosas. Cosas que si el propósito y la convicción son firmes, por lo general, acortan los plazos…

   3 iteraciones más… pero tengo algo que se parece a un plan de negocio. Todo más “aterrizado”. Con números y plazos concretos. Números y plazos que se convierten en objetivos, definidos y alcanzables.

   La Realismina 500 mg. © empieza a perder su efecto…

   – “Quiero montar algo”…

   Ya no queda ni rastro en mi sangre de La Realismina 500 mg, y aunque corro el riesgo de continuar con mi discurso, no sólo los 10 años que necesitaba mi plan… sino… toda mi vida… ¡bah! esto es poco probable, seguro que pasa algo… ientras tanto, yo sigo esperando, porque estoy seguro que el universo se fijará en mí, y todo esto se materializa mágicamente de manera prodigiosa. Definitivamente esto es mucho más probable (y más cómodo) que un proceso de 10 años… ¡10 años!… lo dicho, en ese plazo seguro que la magia ha obrado su poder, porque sinceramente, no me veo haciendo esto el resto de mi vida…

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Derechos de suscripción.

(“Derechos de suscripción” es un artículo escrito por Ernesto Bettschen).


   Quien tenga una cartera diversificada de acciones es probable que en los últimos años haya tenido que tomar una decisión sobre si cobrar el dividendo de alguno de sus valores en efectivo o en acciones. Algunos lo llaman “Ampliación liberada de capital”. Otros “Scrip Dividend”. Y yo, pues depende…

   El “Scrip dividend” es una artimaña a la que recurren las empresas cuando no tienen la caja demasiado boyante. En lugar de pagar con efectivo, se ofrece la posibilidad de que los accionistas que lo deseen reciban el pago en forma de nuevas acciones. Aparentemente ventajoso: el inversor se ahorra la retención fiscal del pago en efectivo y las comisiones de compra de esas acciones. Y en cuanto a si el pago en esta forma es un dividendo real, pues depende de lo que haga la empresa con el resultado de la operación: si amortiza las nuevas acciones emitidas, lo es. Un dividendo en toda regla. Si no lo hace, lo único que ha hecho es que cada una de tus acciones participe de la empresa un poco menos, y esa diferencia te la proporciona en forma de nuevas acciones (o en efectivo). Así que lo comido por lo servido, y no hay aumento de valor. No es un dividendo.

   Sé que sobre este punto hay diversidad de opiniones. Y es normal, porque para el gusto se hicieron los colores. En mi caso, aun cuando la empresa no amortiza las nuevas acciones emitidas, me intereso en esas nuevas acciones porque creo en el crecimiento de la empresa y simplemente con el pequeño ahorro fiscal y de comisión de compra ya me doy por satisfecho.

   Y en ocasiones, con esos valores de los que estoy convencido, incluso amplío el número de acciones que me “tocan” realizando una compra adicional de derechos.

   Muchos ya realizamos este tipo de operaciones como parte de nuestra estrategia habitual de incrementar nuestra posición en los valores de nuestras carteras. Pero mi objetivo es darlo a conocer a aquellos que no lo hayáis puesto en práctica nunca. Porque lo que no conoce mucha gente es que la comisión de una operación de compra de derechos es diferente a la de compra de acciones: es mucho más barata.

   Un poco de matemática básica y un ejemplo real me ayudarán a contaros como funciona.

   Si tenéis acciones de una compañía que realice este tipo de ampliaciones (o dividendo scrip), habréis notado que cuando llega le fecha de pago de dividendo os ofrecen quedaros con los derechos o percibir efectivo.

   Si optáis por conservar los derechos, estos pasan a cotizar al mercado y tras un periodo así, en el que se pueden comprar o vender (a su valor de mercado, claro), se convierten acciones en base a un factor de conversión (dan 1 acción por cada N derechos).

   El punto de partida de nuestro ejemplo es cuando nos asignan los derechos de suscripción y conocemos ese factor de conversión (1 acción x N derechos).

   Supongamos que nosotros tenemos 720 acciones de la empresa “Bettschen&Bettschen”.

   Por esas 720 acciones nos asignaran el mismo número de derechos, con lo que pasaremos a tener 720 derechos de suscripción cotizando en el mercado. Y en este punto nos indican que nos darán una acción nueva por cada 87 derechos.

   Así que si tenemos 720 derechos, y nos darán una acción nueva por cada 87 de ellos, percibiremos (si no vendemos los derechos en ningún momento) 8 acciones. Y todavía nos sobran 24 derechos que se convertirán en efectivo por no ser suficientes para completar una acción adicional (si nos dan 8 acciones a 87 derechos, eso suma 696 derechos, que si los restamos de los 720 que teníamos resultan los 24 sobrantes).

   24 derechos. Nos faltan 63 para completar los 87 necesarios para completar una acción.

   Y los podemos comprar. Así, nos darían 9 acciones en lugar de las 8 que nos corresponderían.

   Y lo mejor de todo. La operación de compra tiene una comisión mucho menor que la de las acciones: para esta operación, eL canon de bolsa es de 1,20€ y el bróker nos cobra 0,20 % sobre efectivo, sin mínimo. Es decir, si los derechos cotizan, por ejemplo, a 0,049€ y necesitamos comprar 63 derechos, el importe efectivo total asciende a 3,087€, por lo que la comisión del bróker que aplica es de 0,006€. Total 1,21€.

   El ejemplo, así contado, no resulta demasiado atractivo: Pagar 1,2€ por completar una sola acción puede resultar proporcionalmente muy caro. Pero si metemos otras variables en la operación, con un poco más de dinero, veremos que podemos llegar a obtener alguna ventaja interesante.

   Igual que podemos comprar los 63 derechos que nos faltaban para comprar una sola acción, podemos comprar derechos para completar dos… o tres… o cuatro… Con la misma ventaja en la comisión de compra. Por ejemplo, si quisiera hacerme con 27 acciones adicionales, tendría que comprar 2325 derechos (27 acciones por 87 derechos, suman 2349. Pero como tengo los 24 que sobraban, necesito sólo 2325), y entonces la comisión total de la operación sería de 1,43€…

   Compara esta comisión con la que pagarías por comprar las acciones. En mi caso, comprar las acciones a través de mi bróker me supondría un desembolso de 9,20€ de comisión total… pero vía derechos yo he pagado 1,43€.

  Entonces… ¿cuántas acciones comprar vía derechos? Pues cada caso es un mundo, porque intervienen muchas variables: puede ser que nos ahorremos en comisiones, pero si vía derechos las acciones que compramos salen más caras que la cotización actual de la acción ordinaria, podemos estar haciendo el pardillo. O aun saliendo más barata la operación, si vía derechos estamos comprando acciones por encima de nuestro precio medio de acción, puede ser que no nos resulte interesante tampoco. Y también está la comisión de la operación vía derechos, que como hemos visto no tiene un mínimo… así que es seguro que llega un momento que esa comisión será superior a la misma operación comprando directamente las acciones.

   Mi criterio es el siguiente: compro derechos cuando creo en la empresa que los emite. Esto ante todo. Y después se tienen que cumplir 3 condiciones:

1.- Que el total de la operación (operación + comisiones) vía derechos sea más barata que vía acciones.

2.- Que en el momento de comprar los derechos, el precio de compra de la acción vía derechos sea inferior a la cotización actual de esa acción.

3.- Que el precio de compra de la acción vía derechos, sea inferior al precio medio de compra de esa misma acción en mi cartera.

   Y entonces, ahí voy. Si se cumplen estas tres condiciones, voy realizando compras de poco importe, que mejoran mi precio medio de las acciones y con unas comisiones realmente ventajosas.

   Y, aunque muchos de vosotros ya conocías todo esto, quería compartirlo con vosotros de la misma manera que Fansworth lo compartió conmigo. Porque estoy convencido de que este tipo de cosas nos ayuda también a ser un poco más… ¡(f)independientes! 😉

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   Ernesto Bettschen. Noviembre 2016.